Estos son, ordenados cronológicamente, Mendelsohn, Chopin, Schumann, Liszt y finalmente Thalberg, sólo 2 años mayor que Henselt.
Nada tiene que envidiarle a sus contemporáneos Liszt o Thalberg, y enseguida se convierte en uno de los pianistas más reconocidos del momento.
Este cargo consistía en, básicamente, enseñar en nombre del Zar y de la corte en diferentes instituciones rusas.
Por otro lado, su vida concertística y compositiva va en detrimento de sus nuevos éxitos.
[1] Como es lógico, todas estas dudas ayudaron a que tanto las composiciones cómo los conciertos bajaran de nivel, y que su posición de profesor en la corte cada día le gustara más y más.
Años más tarde, en 1863, Adolf von Henselt es nombrado inspector general de todas las Instituciones Musicales relacionadas con la corte Rusa.
Incluso el mismísimo Liszt decía tener envidia del cantabile de Henselt.
En su juventud pasaba prácticamente todo el día al piano, estudiando básicamente técnica y desarrollando sus propios ejercicios.
Le impresionó tanto que ni siquiera tocó la puerta, y se quedó escuchando desde fuera.
Una vez Henselt acabó y Dreyshock entró, éste le pidió que lo tocara de nuevo, y el resultado, cuenta, fue catastrófico en comparación de lo que escuchaba desde fuera.