Esta maravillosa técnica fue una sensación en su día tal como lo es hoy y permite con pocos instrumentos en buen estado una reproducción auténtica de las grabaciones.
Considerando que los instrumentos tales como rollos para piano eran muy costosos, solamente fueron adquiridos por la clase alta.
En el año 1904 se realizaron las primeras grabaciones y los pianistas más famosos de este tiempo grabaron sus obras en el Welte-Mignon.
En 1928 se realizaron las últimas grabaciones de música clásica con Rudolf Serkin, Lubka Kolessa y Vladimir Horowitz.
Además se estrenaron piezas de Ernst Toch y Paul Hindemith para el órgano mecánico (Welte-órgano-orquesta-filarmónica).