Palacio de la Aljafería

Asimismo, la transición de la decoración hacia motivos más geométricos está en la base del arte nazarí.Fue utilizada como residencia regia por Pedro IV el Ceremonioso (1319-1387) y posteriormente, en la planta principal, se llevó a cabo la reforma que convirtió estas estancias en palacio de los Reyes Católicos en 1492.El exterior no refleja la división en cinco pisos interna y aparece como un enorme prisma macizo apenas roto por vanos en aspillera.Construida en ladrillo, salvo una pequeña zona hecha en piedra, para enlucir; destacan sus arcos de rebajados (Beltrán, A.En el piso tercero, cuya estructura también sería del siglo XI, con arcos también de herradura, aparecen pintados en el techo motivos geométricos mudéjares donde se pueden leer los nombres de Eneas, Amor y Venus, y que datan, posiblemente, del siglo XIV.Es el rectángulo central el que acoge las dependencias palaciegas, organizado en torno a un patio con aljibes frente a los pórticos norte y sur al que vierten las estancias y salones reales.En su interior aloja un mihrab en el ángulo suroriental, cuyo nicho, por tanto, se orienta en dirección a la Meca, como ocurre en todas las mezquitas excepto en la de Córdoba.Las suras que corresponden a estas inscripciones han podido ser deducidas de los fragmentos supervivientes.El Salón Dorado tenía en sus extremos este y oeste dos aposentos que fueron alcobas privadas posiblemente de uso regio.El acceso al Salón Dorado se efectúa a través de un lienzo con tres vanos.Para ello repintó con pintura acrílica las huellas de restos islámicos, lo que hace a esta actuación irreversible y, por consiguiente, nunca veremos el, aunque muy desvaído, pigmento original.[7]​ Se trata del espacio abierto y ajardinado que unificaba todo el palacio taifal.Suponen el mayor atrevimiento y distancia por su innovación con respecto a los modelos califales de las arquerías del lado norte.De su decoración solo se conservan fragmentos del recubrimiento pictórico y unos arcos agramilados mixtilíneos directamente inspirados en el palacio musulmán.Esta portada se articula mediante un arco carpanel muy rebajado, cobijado por otro apuntado de mayores dimensiones.La iglesia fue remodelada en el siglo XVIII, anteponiéndole una nave y cubriendo por tanto la portada mudéjar antes descrita.Toda la reforma fue eliminada durante las restauraciones de Francisco Íñiguez, aunque por la documentación fotográfica existente, se sabe que había una esbelta torre que ahora aparece con remate almenado inspirándose en el aspecto de la iglesia mudéjar, y en el siglo XVIII culminaba con un curioso chapitel bulboso.Estas nuevas salas se agrupan sobre el sector norte del palacio andalusí, a distintos niveles de altura.En el año 1348, la peste negra azora la ciudad, por lo que las cortes se trasladan a Teruel.Años más tarde, cuando Pedro IV consigue cierta estabilidad política se continúan con las obras del palacio.Además, hay numerosos documentos que confirman la existencia de salas habilitadas para los animales, para las fieras.La escalera da acceso a un corredor en la planta primera que comunica con las dependencias palaciegas propiamente dichas.Para apoyar este mirador y el resto de las nuevas dependencias fue necesario seccionar las zonas altas de los salones taifales del siglo XI y disponer ante el pórtico norte cinco potentes pilares octogonales que, junto a unas arquerías apuntadas tras ellos, forman un nuevo antepórtico que une los dos pabellones perpendiculares andalusíes antedichos.En nuestros días solo dos son visibles, pues la tercera se vio clausurada al reponer la cúpula de la mezquita.El otro elemento destacable son sus excelsas techumbres estilo mudéjar-reyes católicos, constituidas por tres magníficos taujeles de carpinteros mudéjares aragoneses.Este techo se reflejaba en el suelo, que reproduce los treinta cuadrados con sus respectivos octógonos inscritos.Bajo el artesonado discurre una airosa galería de arcos conopiales transitable y con antepechos calados desde la que los invitados podían contemplar las ceremonias regias.El salón está restituido tal y como era el antiguo en aspecto, es de notar que no había ninguna chimenea, no existió en esta sala; y que las paredes, en la parte donde no hay puertas ni ventanas, son completamente lisas, puesto que debieron estar adornadas por tapices de las colecciones reales o del cabildo de Zaragoza.Tomó entonces el castillo el aspecto cuartelero que ha tenido hasta hace poco, con cuatro torreones angulares, monótono exterior de ladrillo con tres plantas sobre las que sobresalía la torrecita, construida o remozada entonces; el Parque de Artillería convirtió los salones reales en depósitos de armas y todo se enmascaró y cambió; la torre del Trovador fue aposento del maestro armero y calabozos.Acabadas las obras, la Aljafería fue inaugurada como monumento histórico artístico en 1998 por el príncipe Felipe de Borbón.
Torre del Trovador.
Primera planta. Se aprecian los arcos de herradura del siglo IX o X.
Portada de acceso al Palacio de la Aljafería.
Friso del Salón Dorado de la Aljafería, que conserva restos de policromía. Siglo XI .
Reconstrucción de la policromía de un panel de decoración geométrica de yeserías.
Estancias del testero norte, con el triple acceso al Salón Dorado.
Vista de la techumbre del Salón Dorado desde la puerta de la alcoba oriental. Se aprecia el intradós del arco decorado con yeserías.
Arco del pórtico de entrada.
Portada de la mezquita.
Interior del Oratorio. Frontal del mihrab .
Patio de Santa Isabel.
Detalle de los arcos del pórtico sur.
Portada de época de Martín I el Humano (1399-1410).
Alfiz y enjuta mudéjares del s. XIV. Palacio de Pedro IV .
Escalera.
Corredor de acceso a las salas nobles del Palacio de los Reyes Católicos. A la derecha, portada de la entrada principal.
Arco de la portada principal.
Techumbre del Salón del Trono.