[8] La tradición alfarera en el norte de la provincia se registra arqueológicamente en los materiales cerámicos hallados en la cueva de Boquique en 1873,[9] que daría nombre genérico a la alfarería prehistórica así conocida o como cerámica de punto y raya, haciendo alusión al dibujo superficial que caracteriza a esta técnica decorativa alfarera doble o mixta, y que se conseguía punteando con un punzón o algún tipo de sierra dentada, trazos pequeños y sucesivos a lo largo de una línea incisa continua, «dando el aspecto de un cosido».
[10][11] Este importante foco alfarero que llegó a tener casi medio centenar de artesanos, conservaba en el inicio del siglo xxi tres activos talleres.
[13] Localidad reconocida por su tradición orfebre, durante siglos fabricó loza basta, loza vidriada y cerámica ‘enchiná’, producción típica aunque no endémica, con paralelismos en la alfarería del Alto Alentejo portugués, en especial la de Nisa y Estremoz.
[14] El comercio turístico ha permitido la pervivencia de los curiosos “barros enchinaos” en el siglo xxi, conservando el equilibrio y pureza de formas y motivos decorativos.
[22][23] Severiano Ballesteros y Domingo Sanz,[16] componentes del Equipo Adobe, catalogaron en 1982 hasta treinta y cinco ollerías desaparecidas.