[1] Hasta el siglo XIII sólo había en Castilla un pendón de Castilla y León en el que aparecían castillos y leones, y su misión era, como señaló Jaime de Salazar y Acha, «dar a conocer en cada momento» a las personas dónde se hallaba exactamente el monarca, siendo el alférez del rey el encargado de portar ese pendón, a menos que se viera impedido para hacerlo y debiera ser sustituido por otro caballero.
[2] Y hay constancia de que en la batalla del Salado, que se libró en 1340 y constituyó un triunfo rotundo para los castellanos, Juan Núñez III de Lara, que era señor de Lara y de Vizcaya y alférez del rey, debería haber llevado ese pendón, aunque en su lugar lo hizo Pedro Ruiz Carrillo,[1] señor de Villaquirán de las Infantas y posteriormente copero mayor del rey Pedro I de Castilla.
Pero a finales del siglo XIV y durante todo el siglo XV el pendón de la Divisa del rey pasó a ser el que mostraba el emblema especial, particular y privativo de cada monarca.
[8]Y en la Crónica del rey Don Pedro, que fue citada por Salazar y Acha, consta que cuando Enrique de Trastámara movilizó a sus tropas para luchar en la batalla de Nájera contra las tropas de su hermanastro Pedro I,[1] dispuso que los caballeros de la Orden de la Banda deberían combatir a pie junto a su pendón:[9]
[16] Y algunos autores afirmaron que a las mujeres palentinas se les permitió llevar el emblema de la Orden de la Banda en sus vestidos y tocados por haber sustituido a los hombres en la defensa de su ciudad,[15] y Fernández de Córdova añadió que con ello se potenció extraordinariamente la liberalización y apertura de la Orden y pasó a ser una «pseudo orden clientelar adaptada a las necesidades del rey», ya que había admitido entre sus filas por voluntad de varios monarcas a individuos de otros reinos y religiones e incluso a mujeres.