Magna Grecia (en griego clásico: Μεɣάλη Ἑλλάς [Mĕgálē Hĕllás]; en neogriego: Μεɣάλη Ελλάδα; en latín: Magna Graecia; en italiano: Magna Grecia) es el nombre dado en la Antigüedad clásica al territorio ocupado por los colonos griegos en el sur de la península itálica y en Sicilia, donde fundaron numerosas polis que comerciaban tanto entre ellas como con la Hélade propiamente dicha.Muchas de las nuevas colonias se convirtieron en poderosas y prósperas ciudades, como Neápolis (Νεάπολις, Nápoles) o Síbaris (Σύβαρις).Otras ciudades de la Magna Grecia fueron Siracusa (Συρακούσσες), Akragas (Άκραγας, Agrigento), Selinunte (Σελινοΰς), Taras (Τάρας, Tarento), Locros (Λοκροί), Regio (Regio de Calabria, Ρήγιον), Crotona (Κρότων), Turios (Θούριοι), Elea (Ελαία), Mesana (Mesina), Tauromenio e Hímera.Desde estos emplazamientos se mantenían vínculos con la Grecia más occidental, la del actual litoral hispanofrancés: Massalia (Marsella), Antípolis (Antibes), Nikaia (Niza), Emporion (Ampurias) o Mainake (Málaga).Numerosas leyendas e historias mitológicas de la Έλλάς (Hélade) tienen lugar allí.La primera colonia griega en Italia fue Cumas, que la tradición dice que fue fundada en 1050 a. C. La colonia quedó aislada de los establecimientos griegos posteriores y tuvo sus propias dependencias, Dicearquia y Neápolis.Síbaris tenía una riqueza proverbial y ser sibarita era sinónimo de querer un lujo refinado.Este pueblo se mezcló con los colonos y su gente obtuvo el derecho de ciudadanía.La destrucción de Síbaris en 510 a. C. hay que relacionarla con estas revoluciones políticas poco conocidas.Su tirano Anaxiles (496-476 a. C.) unió bajo su gobierno a Mesana, al otro lado del estrecho.Su sucesor Micutos fundó la colonia de Pixunte, más tarde Buxento, en la costa del mar Tirreno, en 471 a. C., que fue el último establecimiento griego en la zona.Un poco después de empezar, Turios y Metaponto se aliaron a Atenas.En este siglo comenzaron los ataques a las colonias, sobre todo en las del norte, de los lucanos.La primera que fue ocupada fue Posidonia, la más al norte, a una fecha incierta.Agatocles de Siracusa luchó en Brucio; hay poca información sobre estas campañas pero se sabe que conquistó Hiponio y Crotona, ciudad donde estableció una guarnición; parece que sus acciones fueron más contra las ciudades griegas que contra los brucios o lucanos y de hecho se alió a daunos y peucetios supuestamente contra Tarento.En cuanto Pirro llegó todas las ciudades de la Magna Grecia le dieron apoyo.Tarento dejó entrar a los cartagineses pero los romanos se pudieron mantener bloqueados en la ciudadela y recibieron suministros por mar; aún permanecían en cuanto Quinto Fabio Máximo entró en la ciudad en 209 a. C. Tras los acotencimientos de la segunda guerra púnica, Tarento y otras ciudades griegas infieles, a diferencia de las demás ciudades itálicas aliadas, fueron tratadas como ciudades conquistadas, saqueadas y sus tierras confiscadas.Posteriormente la situación política en la Magna Grecia se mantuvo estable, hasta la guerra Social,[3] tras la cual, a través de la Lex Plautia Papiria, se otorgó la plena ciudadanía romana a todos los habitantes de la Italia peninsular.[4] Durante los siglos VIII y VII a. C., motivados por las situaciones inestables de su hogar, colonos griegos se establecieron en diversas y lejanas regiones desde la costa oriental del mar Negro hacia Masilia (hoy Marsella, Francia).Con la colonización, la cultura griega se exportó a Italia, con los dialectos de la lengua griega antigua, los ritos religiosos y sus tradiciones relacionadas con la estructura de las ciudades-estado (polis), que pronto desarrollarían una cultura helénica original, interactuando con las civilizaciones itálicas nativas.Esta última lengua es una combinación del dialecto griego dórico antiguo, del griego bizantino y de elementos italorromances pertenecientes a los dialectos italianos extremomeridionales, con una rica tradición oral y folclórica.