Jacques Derrida

[1]​ Es, acaso, el pensador de finales del siglo XX que más polémicas ha levantado, por su iconoclasia y por su empeño crítico.Ese trauma, que recordaría toda su vida, le ayudaría a construir su personalidad.[4]​ Como compensación, de joven participó en numerosas competiciones deportivas, y soñó con ser futbolista profesional.Meses después volvió a Argelia, en calidad de recluta para cumplir su servicio militar.Tuvo el apoyo, toda la vida, del riguroso historiador de la ciencia Georges Canguilhem.[10]​ Su participación, con un grupo de destacados intelectuales —Jean Hyppolite, Georges Poulet, Lucien Goldmann, Roland Barthes, Jean-Pierre Vernant o Jacques Lacan—, en un encuentro sobre las ciencias humanas francesas en la Universidad Johns Hopkins (Baltimore), fue decisiva.[11]​ Se iniciaron sus continuos viajes a los Estados Unidos, donde consideraba tener mayor libertad y donde su pensamiento influyó notablemente de por vida.Manifestó su oposición a la guerra de Vietnam, con Los fines del hombre que leyó en Estados Unidos.Formó parte del colectivo «89 por la igualdad» que hacía campaña por el derecho de los inmigrantes a votar en elecciones locales.[20]​ La deconstrucción se relaciona con trayectorias vastas de la tradición filosófica occidental, aunque también está ligada a disciplinas académicas diversas como la lingüística y la antropología (llamadas «ciencias humanas» en Francia), con las que polemiza cuando percibe que no participan suficientemente de las «exigencias filosóficas».Derrida tuvo un impacto significativo en la filosofía continental europea y en la teoría literaria, en particular mediante su vínculo amistoso y literario con el crítico Paul de Man, que se traduciría en un libro suyo a la muerte de este.Lyotard es un puente más cercano entre la deconstrucción y el posmodernismo, al desarrollar sentidos filosóficos del posmodernismo, que Derrida utilizó en largos diálogos que no admiten una relación clara entre el trabajo de los dos.Derrida es un filósofo que suscita adhesiones inquebrantables y detracciones no menos vigorosas.Pero encontró la mayor audiencia en los Estados Unidos, que frecuentó asiduamente, sobre todo en los departamentos de ciencias políticas, literatura y estudios culturales.[28]​ Maurizio Ferraris ha sintetizado así su figura como pensador: «La oscilación entre idealismo (y trascendentalismo) por una parte, y realismo, por la otra, constituye un rasgo característico de toda la filosofía husserliana, de la cual Derrida se presenta, pues, como heredero altamente innovador; y ello explica por qué, después de las resistencias iniciales, su filosofía fue ocupando paulatinamente un espacio tan central en la filosofía contemporánea».Fue reconocido con el doctorado honoris causa por muchas universidades: después de Cambridge, por ejemplo en Londres y en Coímbra.
Tumba de Derrida en Ris-Orangis
Jacques Derrida
La voz y el fenómeno (1967)