Hispania

En general, las fuentes señalan que existía con anterioridad a los romanos, pues el término Hispania no presenta una raíz latina.

De esa forma, dedujo que en hebreo (lengua semítica, emparentada con el fenicio) la palabra spʰ(a) n (שָׁפָן) podría significar 'conejo', ya que el término fenicio *i-špʰanim literalmente significaría: 'de damanes' (špʰanim es la forma plural de šapʰán, 'damán', Hyrax syriacus, unos mamíferos similares al conejo extendidos por África y el Creciente Fértil), que fue como los fenicios decidieron, a falta de un vocablo mejor, denominar al conejo Oryctolagus cuniculus, animal poco conocido por ellos y que abundaba en extremo en la península.

Los romanos le habrían dado a Hispania el significado de 'tierra abundante en conejos', un uso recogido por Cicerón, César, Plinio el Viejo, Catón, Tito Livio y, en particular, Catulo, que se refiere a Hispania como península cuniculosa (en algunas monedas acuñadas en la época de Adriano figuraban personificaciones de Hispania como una dama sentada y con un conejo a sus pies).

Roberto Matesanz Gascón ha formulado una teoría que explicaría la presencia en fuentes latinas y griegas, así como en las obras históricas medievales, de un héroe epónimo denominado Hispan, Espan, Hispano o Hispalo.

Y en Gades, la principal fundación fenicia en Hispania, donde diversas fuentes ubican las andanzas de Hispano, existía un lugar que era denominado así.

Gran parte del conflicto entre cartagineses (fenicios) y romanos tuvo como escenario las tierras de Iberia, la península.

Lucio Anneo Floro (entre los siglos I y II), historiador amigo del emperador Adriano, también hace sus observaciones:[cita requerida]

(En la Edad Media tuvieron muy en cuenta esta fidelidad de los celtíberos a la que llamaron para sí lealtad española).

Más tarde, en el siglo IV, surge otro escritor, un retórico galo llamado Pacato[cita requerida] que dedica parte de su obra a describir esta península, Hispania, su geografía, clima, habitantes, soldados, etc., y todo ello con grandes alabanzas y admiración.

En su época sale a la luz una obra que se llama Expositio totius mundi en que se describe a Hispania como Spania, terra lata et máxima, et dives viris doctis (Spania, tierra ancha y vasta, y con abundantes hombres sabios).

Hasta la fecha se habían servido del nombre Hispania para designar todos los territorios de la península.

Así, Alfonso I el Batallador (1104-1134) dice en sus documentos que «él reina en Pamplona, Aragón, Sobrarbe y Ribagorza», y cuando en 1126 hace una expedición hasta Málaga nos dice que «fue a las tierras de España».

El topónimo latino Hispania no se pronunciaba como se lee, al contrario de lo que dicen los antiguos manuales, sino [ɪspaɲa][cita requerida], esto es, prácticamente igual a la actual pronunciación de España, y así fue en el latín tardío de todos los lugares del Imperio Romano en donde este idioma cuajó, esto es, ya con el sonido ñ [ɲ] y con la vocal inicial [ɪ], la cual es un sonido intermedio entre los sonidos "i" y "e".

Por este motivo dichos sonidos siguen dándose en todos los idiomas que suponen una continuación del latín tardío.

De esta forma Hispania acabó transcrita Espania y finalmente España en español; Spagna en italiano, Espanha en portugués, Espanya en catalán o Espagne en francés, siempre con un sonido inicial "e" (aparte en Italiano), o muy análogo, y siempre con el sonido "ñ" [ɲ].

No obstante, [ɪspaɲa] escrita Hispania es el término que en época romana nombraba al conjunto de la península ibérica y las islas Baleares, prácticamente alternativa a la Iberia griega referida sólo a la península, mientras que [espaɲa] escrita Espania, Espanna y finalmente España nombra al principal país resultante de la unión de todos los reinos, territorios y pueblos de dicha península, salvo el portugués; excepción que impidió por un tiempo el renacimiento del término Hispania / España, pues los Reyes Católicos rechazaron utilizarlo tras la re-unión de sus reinos precisamente por faltar Portugal.

No obstante, Portugal volvió a separarse, empero el término España dejó de esperar a otra futurible reunión con el ausente y acabó nombrando al país que representaba la unión de todos esos reinos y pueblos de la península y Baleares, repetimos, salvo Portugal; esta vez no obstante el término apareció escrito o transcrito según las grafías de los idiomas romances nacidos, cuyas ortografías ya estaban más o menos consolidadas: "España" finalmente en el caso de la lengua castellana (posteriormente también llamada español), y decimos finalmente, pues la RAE se demoró en aceptar la letra "ñ" hasta 1803 y así dejó de insistir en que los hispanohablantes escribieran el sonido "ñ" [ɲ] mediante las grafías "ni".

Con otras palabras, el término España no deriva de Hispania [ɪspaɲa], sino que es su continuación.

Imagen satelital de la península ibérica .
Busto de Trajano , emperador romano de origen hispano.
Las más importantes vías de comunicación romanas en Hispania hacia el 125 d. C.