Así, se pueden observar numerosas influencias del arte romano en el arte románico o renacentista, corrientes artísticas que, a su vez, tuvieron una fuerte influencia sobre los usos estéticos actuales.
Existen muestras del primer estilo pictórico romano, así como de pinturas pertenecientes a los siglos I, II y IV en los conjuntos arqueológicos de las primeras ciudades romanas de Hispania, como Itálica, Mérida, Tarragona o Astorga, así como en Almedinilla, la Alcudia, Alcolea del Río, Osuna, Carmona, etcétera.
Se utilizaba una técnica llamada salpicado, que consistía en rociar pintura líquida a la pared.
En muchos casos sucede que la zona media de la pared se independiza del zócalo.
En los siglos posteriores se seguirá pintando, sobre todo utilizando los estilos II y III.
Las clases dominantes romanas utilizaron la escultura como una manifestación de su elevada posición social no solo en el ámbito privado, adornando sus villas, sino también en el público, donde la escultura se usó a modo de promoción política.
Como parte integrante del mundo romano, Hispania no quedó al margen de esta corriente artística.
Las principales construcciones romanas fueron los foros, los templos, las basílicas, los teatros, los anfiteatros, las termas, los circos, los arcos de triunfo, los acueductos y puentes.
Los foros, como las ágoras griegas, eran plazas públicas rodeadas por los principales edificios de la ciudad.
Los templos, parte importantísima del arte romano, eran generalmente de planta rectangular y líneas rectas, como los templos griegos, pero se empleó también la forma circular y la bóveda de origen etrusco.
Los teatros siguieron los modelos griegos descubiertos y solían tener capacidad para 4 mil espectadores.
Poseían una o tres puertas adornadas con columnas y relieves alusivos al hecho que conmemoraban.
Los acueductos, una más de las obras monumentales del arte romano, eran largas cañerías que llevaban el agua desde ríos o lagos hasta las zonas pobladas.
Muchas veces debían tenderse sobre arcos o puentes y tenían varios kilómetros de extensión.
Incluso a veces lo hacía bajo tierra sin la utilización de muros o arquerías (opus arcuatum).
El primer elemento que los romanos edificaban como arranque del acueducto solía ser un depósito con el correspondiente dique y sus contrafuertes.
En la intersección de ambas partes se abre una plaza; el foro y a sus extremos hay cuatro puertas principales.
La ciudad quedaba rodeada por una muralla y en el exterior se dejaba una franja "sagrada" (pomerium) sin permitir la edificación.
Los edificios lúdicos solían estar fuera de las murallas, tales como los teatros, anfiteatros, circos, etc.
Hay textos que hablan de cómo los indígenas se asombraban al ver estas ciudades romanas.
Las columnas descansan en una basa ática, es decir dos molduras convexas (toros) separadas por una cóncava (escocia), provista en algunos casos de un plinto prismático.
El fuste de las columnas suele ser liso, para recibir luego las estrías en el estucado.
El acceso a estos se efectuaba por galerías abovedadas con sus puertas de salida (vomitoria).
Estos espectáculos eran pagados por los dunviros, que eran gestores administrativos y económicos del municipio.
En Segóbriga se ha logrado encontrar, mientras que en la antigua Toletum (Toledo) no queda ya nada.
Las cuatro cuadrigas que se ven en el mosaico del Palau barcelonés representan entre otras tantas facciones a la roja (russata), la blanca (albata), la azul (veneta) y la verde (prasina) fueron las que ocuparon bajo sus colores al público de los siglos del apogeo del imperio, hasta que las dos últimas absorbieron a las dos primeras.
Todo este conjunto es ocupado después por los cristianos en el siglo IV, donde se instala una basílica que fue levantada por el obispo Osio.
Fuera del perímetro amurallado de la ciudad, todo el conjunto se articula con una exedra porticada y un criptopórtico delimitado, de forma radial se articulan estancias que van desde lo público hasta lo privado.
Después un ámbito semipúblico (algo más alejado) donde se encontraría la sala de banquetes.
Se conservan en Roma por iniciativa del emperador y en Hispania con nivel honorífico.