Teatro romano de Sagunto

[1]​ Algunos estudios de los restos arqueológicos permiten establecer una primera fase de construcción alrededor del año 50, y una segunda a mediados del siglo III, fase durante la cual el edificio habría sido remodelado.

La primera representación gráfica del teatro es la que realizó Anton Van den Wyngaerde para Felipe II en 1563; no se trata de un levantamiento arquitectónico, sino un dibujo artístico hecho con un interés paisajístico, sin entrar en los elementos aludidos.

Sin embargo, el dedicado al teatro de Sagunto fue polémico y se vio desmerecido por un plano del que Antonio Ponz (1789) escribió: «ni es planta, ni es alzado, sino un conjunto de cosas que se le figuraron a quien no era profesor», en alusión a estar trazado al margen de la convención académica, lo cual a su vez alimentó los desacuerdos expresados después por José Ortiz y Sanz (1739-1822), en 1807 y 1812.

Las primeras noticias se refieren a la obra de Miguel Arnau, nacido en Valencia en 1762.

Distinto fue el talante con el que en 1812 arremetió contra Palos, de formación arqueológica mucho más modesta, frente a sus pretensiones de ser apoyado por la Academia, dado que Ortiz fue arrogante en su saber y despectivo en consecuencia con quienes no entendían la arqueología desde una práctica internacional e ilustrada.

Dicho proyecto contó con la supervisión por parte de Carmen Aranegui y Emilia Hernández.

[8]​ En 1993, el entonces diputado autonómico del PP Juan Marco Molines inició acciones legales contra la intervención y el TSJCV la consideró ilegal por vulnerar el art.

Sin embargo, como corresponde a la tipología del teatro latino, más llamativa que su técnica constructiva es la proporcionalidad de su arquitectura.

Por eso la comprensión de un teatro romano comienza por descifrar el trazado regulador ideado para su puesta en obra como método para definir su adscripción tipológica.

Por otra parte el diseño semicircular de las valvas del frente escénico constituye una opción compartida con muchos otros teatros y, por último, se puede señalar como menos frecuente la estructura para el telón o aulaeum que las excavaciones de 1993 documentaron en el hyposcaenium consistente en dos muros paralelos con el espacio entre ambos con subdivisiones perpendiculares para la instalación de las poleas y maquinaria que permitían elevar una lona decorada en la parte delantera del escenario, ocultando a los actores, que recitaban o cantaban sin ser vistos.

Hacer hablar a una pintura debía hacer las delicias del público porque el mecanismo para que ello fuera posible es constructivamente muy complicado.

El anillo exterior fue añadido a la cavea para mejorar la circulación del público hacia las gradas más altas y las estancias rectangulares de los extremos este y oeste del cuerpo escénico, denominadas basílicas, tampoco se ajustan al proyecto inicial por el mismo motivo.

Vista de Sagunto realizada por Anton Van den Wyngaerde en 1563
Vista general de las ruinas del teatro, tomada en 1870 por J. Laurent
Ilustración del teatro publicada en 1874 por Jean Charles Davillier
Vista de la escena nueva.
Vista aérea del edificio tras la rehabilitación.
Planta del teatro
Graderío en 1979
Escena, orquesta y gradas
Vomitorio
Detalle de los materiales