El cónsul romano Décimo Junio Bruto Galaico licenció sus tropas de las campañas lusitanas el año 616 AVC (ab urbe condita, desde la fundación de la Urbe [Roma]), que equivale a nuestro 138 a. C. Como recompensa a la gallardía y coraje de sus hombres les concedió tierras en el levante hispano, exactamente en una isla fluvial cerca de la desembocadura del río Turius o Tyris, que estaba estratégicamente ubicada en el mejor vado natural del río por donde pasaba la Vía Heraclea, conocida después como Vía Augusta.
La primera colonia prosperó económica y demográficamente hasta el desastre que supuso para todo el oriente hispano la revuelta del general Quinto Sertorio, pues la ciudad, aliada del rebelde popular sabino desde su llegada a Hispania, intervino activamente en las Guerras Sertorianas para acabar siendo parcialmente destruida en el año 75 a. C. tras el asalto de Cneo Pompeyo Magno.
La destrucción ocasionada por la guerra llevó a que la urbe quedara abandonada durante 50 años al menos.
En otros lugares se han encontrado casas ricamente ornadas con mosaicos y murales.
[6][7] Durante el siglo IV la ciudad mantuvo su categoría, mientras veía como otras urbes próximas, Edeta (Liria) y Saguntum (Sagunto), entraban en una profunda decadencia.