Unas fiebres contraídas en su niñez que se volvieron crónicas le depararon durante toda su vida subsecuente una salud quebradiza.
Su estancia cordobesa fue corta, pues en 1755 el hasta entonces obispo Solís fue nombrado arzobispo de Sevilla, con residencia en la propia capital hispalense, por lo que de nuevo se trasladó siguiendo al prelado.
En Carmona, prevaleciéndose de una descomunal capacidad de trabajo alentada por una enorme curiosidad, se ocupó en alcanzar un saber omnímodo en materias tan dispares como la poética, la epigrafía, la numismática, la botánica, la arqueología, la filología, el derecho, la historia, las matemáticas, la física y la química, algo que testimonia su riquísima y variadísima biblioteca de libros escritos tanto en latín, griego, hebreo, como en inglés, francés e italiano, aprendidos todos estos idiomas de forma autodidacta.
[2] En 1784 ganó un famoso concurso teatral convocado por el Ayuntamiento de Madrid con su comedia Los menestrales, junto a Juan Meléndez Valdés y su Las bodas de Camacho, ambas compuestas según la preceptiva neoclásica.
Como poeta Trigueros, que usó ocasionalmente el seudónimo de Melchor María Sánchez Toledano entre otros, se inclinó por una poesía didáctica típicamente ilustrada.
Introdujo en España la poesía filosófica de origen inglés al estilo de Pope con su El poeta filósofo o Poesías filosóficas en verso pentámetro, ambicioso proyecto que iba a reflexionar sobre la condición humana y a educar al pueblo en las virtudes cívicas de la Ilustración, y que iba a estar integrado por veinte largos poemas en pareados alejandrinos de los que solo se publicaron trece en Sevilla y en entregas sueltas entre 1774 y 1778; a partir del décimo sin embargo se cansó de la estrofa y también por dar alguna variedad al ritmo se pasó a la silva.
Ha quedado inédita y manuscrita, además, una voluminosa y erudita crítica contra esta obra por parte del profesor de la universidad sevillana Manuel Custodio, muy afecto a los jesuitas.
La Riada canta la inundación de Sevilla por el Guadalquivir y las medidas que las autoridades hicieron para paliarla, pero recibió malas críticas.
Compuso su poema Las majas en cuatro cantos, publicado en 1789 para celebrar el modo como las jovencitas madrileñas festejaban la subida al trono de Carlos IV.
Tradujo a Homero, Virgilio, Conón, Lucano, Anacreonte, Columela y Teócrito.
Almacén de fruslerías agradables (1804), que incorpora bastantes narraciones interesantes, la mayoría traducidas del inglés y el francés.
Nada de todo ello se publicó en su tiempo y su reputación como hebraísta quedó algo contusa, por haber tenido amistades poco recomendables [referências?