[5] Entre las funciones asignadas a los visigodos estaba el mantenimiento de la pax romana en Hispania, amenazada por otros pueblos bárbaros y por frecuentes revueltas campesinas conocidas como bagaudas.
[10] Sin embargo, eran arrianos, es decir, herejes a ojos de sus súbditos hispanorromanos, y hablaban su propia lengua, el gótico.
Bajo la dominación visigoda se mantuvo la estructura administrativa romana: división provincial, gobernadores con sus consejos, tribunales, derecho romano, impuestos, etc. Al parecer, la población romana, o al menos la minoría educada, tenía una gran conciencia de nacionalidad frente a otras pueblos con los que estaban en contacto: griegos, godos, judíos, etc.[12] Aunque existían diversas minorías religiosas (paganos, judíos, priscilianistas, etc.), la gran mayoría de los hispanorromanos eran católicos fieles a la ortodoxia de la Iglesia.
Este hecho sirvió como justificación para Justiniano I para su proyecto de guerras de expansión hacia el oeste, conocido como Recuperatio Imperii cuyo objetivo era recuperar las provincias Occidentales del Imperio (África, Hispania, Italia y Galia).
Ese año tropas bizantinas desembarcaron en Carthago Nova (Cartagena), ocupando otras importantes ciudades costeras y continuando su avance hacia el interior.
La ocupación se vio favorecida por la debilidad política y económica de los visigodos en las antiguas provincias romanas Cartaginense y Bética, que estaban dominadas mayoritariamente por terratenientes hispanorromanos hostiles a la dominación visigoda, y con una población fuertemente romanizada, siendo la ciudad de Corduba (Córdoba) un importante bastión de rebeldía.
Esta escasez de tropas hizo que los bizantinos se fortificaran en las ciudades que habían ocupado, dejando el terreno abierto a los visigodos y comenzando así un período de esporádicas luchas, sin resultados para ambos bandos.
Los sucedieron Justino II, sobrino del emperador, y el rey Liuva I, respectivamente.
Su sucesor visigodo, Gundemaro, atacó también a Bizancio durante su breve reinado, sin mucha fortuna.
Sisebuto, rey desde 611, emprendió dos campañas con resultados favorables; al parecer, cayó Málaga, pues en el II Concilio Visigodo de Sevilla, celebrado en 619, estuvo presente el obispo de la importante ciudad costera.
Al año siguiente fue destruida Cartagena y esta ya no recuperaría su obispado visigodo.
También se sabe que Asidona (Medina Sidonia) y Sagontia[a] fueron recuperadas por los visigodos de manos bizantinas.
[15] Así, las únicas ciudades de cuya ocupación por tropas bizantinas estamos seguros son las mencionadas Malaca (Málaga), Carthago Spartaria (Cartagena), Asidona (Medina Sidonia), Sagontia (Gigonza) y Basti (Baza).
[b] La parte más discutida es la extensión de la provincia hacia el interior.
La ciudad fue puesta bajo mandato de un gobernador que aparece en el texto llamado Comenciolo y designado como magister militum Spaniae.