Francisco Rodríguez Marín

Estudió el bachillerato en Osuna y, al acabarlo, pasó tres años en la finca "Viña de Pago Dulce".

Fue redactor de la revista sevillana La Enciclopedia, donde durante algún tiempo dirigió la sección titulada "Poemas vulgares", y participó en las más importantes tertulias de la ciudad, en especial en La Genuina, núcleo del Ateneo Hispalense.

Más tarde colaborará, entre otras publicaciones, en el Boletín Folklórico Español, Blanco y Negro, La Ilustración Española y Americana, Unión Ibero-Americana, el Boletín de la Real Academia Española y el Boletín de la Real Academia de la Historia.

Octogenario ya, pero aún lúcido, durante la Guerra Civil se refugió veintiséis meses en el pueblo manchego de Piedrabuena (Ciudad Real), donde vivía su hija Carlota, y allí redactó su En un lugar de La Mancha.

Publicó tres ediciones de Don Quijote, la última póstumamente, y las dos últimas denominadas «críticas», pero en realidad no depuraban el texto con métodos filológicos que no conocía ni había estudiado, sino que se limitaba a glosarlo documentalmente y explicarlo con notas eruditas según la metodología positivista.

Su primera edición, todavía disponible sin actualización en la serie Clásicos Castellanos de Editorial Espasa-Calpe, es inferior a las tres siguientes.

Perteneció a muchas sociedades literarias, entre ellas la Hispanic Society of America.

Él mismo compiló el epistolario intercambiado con su amigo Marcelino Menéndez y Pelayo (Epistolario de Menéndez Pelayo y Rodríguez Marín (1891-1912), Madrid, imp.

Francisco Rodríguez Marín en un azulejo en la glorieta con su nombre del parque de María Luisa de Sevilla.