Revolución de Trujillo
Sus dirigentes, como Manuel "El Búfalo" Barreto y Agustín Haya de la Torre, eran partidarios del Partido Aprista Peruano.[2] Las ideas anarquistas y sindicalistas revolucionarias irrumpieron en Trujillo a comienzos del siglo XX.La insurrección que se desató en Ferrañafe en 1910, liderada por Manuel Casimiro Chumán Velásquez, un cura mestizo opositor del latifundismo, fue apoyada por el movimiento anarquista.Zonas como Casa Grande, Cartavio y Laredo, antes influenciadas por el sindicalismo revolucionario y las ideas libertarias, se convirtieron en bastiones del Partido Aprista Peruano, organización política de orientación socialista fundada por el líder estudiantil Víctor Raúl Haya de la Torre.Los "insurgentes" celebraron el triunfo con algarabía, cometiendo el error de no perseguir a las tropas gobiernistas.En la madrugada del 10 de julio, los pocos oficiales del ejército y la policía, que no se habían sumado como la mayoría al movimiento insurreccional, se hallaban capturados en el Cuartel O’Donovan y luego trasladados al Palacio Iturregui, donde funcionaria la prefectura revolucionaria, Allí , fueron masacrados de la manera más horrible por una turba desbordada de presos comunes en su afán por saquear y huir, en medio de un confuso incidente que nunca se llegó a aclarar.Habrían actuado movidos por la venganza personal o arrastrados por el ardor del conflicto..[11] Si bien los autores materiales fueron sindicados como militantes o simpatizantes apristas, no se ha demostrado ello, ni que fueran sus líderes los que ordenaran la masacre, como algunos han aseverado.El pueblo armado resistió el ataque de las fuerzas del gobierno hasta el día 11; hubo numerosas bajas por ambos lados.Fue el profesor Alfredo Tello Salavarría quien se mantuvo frente a las últimas trincheras, en el barrio trujillano de “Chicago”.Significó también el surgimiento de una animadversión recíproca entre el APRA y las Fuerzas Armadas, que tuvo una repercusión en la vida política del Perú.