Patrimonio etnográfico

Por ello se busca generar una imagen apegada a la realidad del grupo estudiado, así como sus problemáticas, actitudes y demás.

[8]​ Por otro lado, el patrimonio cultural, como patrimonio específico, es la síntesis o enfoque del patrimonio etnográfico o etnológico, dado que estos últimos se interrelacionan o complementan a través del estudio de campo (etnografía) y el estudio comparado cultural (etnología), por lo que son «el conjunto de las manifestaciones y formas de vida tradicionales, materiales o inmateriales, que definen las características propias de los distintos grupos que conforman una colectividad»[7]​ es por ello que el patrimonio cultural, tiene tres dimensiones importantes, como son simbólico-identitaria, política y económica, en donde claramente este se conforma como construcción socio-histórica que toma el pasado, lo expone en el presente, y lo consolida para el futuro como identidad colectiva.

Sin embargo este patrimonio ha sido objetivo de múltiples crisis económicas, confrontaciones bélicas y pobreza, que han determinado su persistencia en el mundo.

La relación existente entre la conservación del patrimonio etnográfico y la musealización se está desarrollando a nivel mundial, según Blanca Flor Herrero,[10]​ dado que este patrimonio «antes calificado viejo y considerado como algo inútil, ahora es denominado antiguo, se conserva, colecciona y revaloriza pasando a ser un bien museable»[11]​

[11]​ El coleccionismo es el que ha hecho posible la configuración del patrimonio etnográfico, en tanto protege y conserva piezas y su significado, dándole un carácter funcional que a través de la recolección logra agregar valor a determinados grupos, es por ello que:La labor recogida de piezas etnográficas es admirable no sólo por su carácter insustituible sino también por su carácter irrecuperable de tal modo que si no se hubieran empezado a adquirir estas piezas en el momento preciso, hoy, gran parte del patrimonio etnográfico no habría sobrevivido y por lo tanto no lo habríamos conocido.

En este sentido la representación aparece con el desarrollo del capitalismo y a su vez con la revolución industrial, que difunden la percepción del patrimonio, utilizando conceptos de conservación de un bien relevante y absoluto.

El segundo principio, se enmarca en «la puesta en valor o activación», y está relacionado con atribuir valor a elementos patrimoniales, especialmente a través de poderes políticos, que generan procesos identitarios, oportunos y útiles para la práctica política.

En este sentido, en Colombia en principio se pretendía una homogeneización cultural y lingüística, basada en el modelo extranjero ligado al «progreso y civilización»[14]​ Durante parte del siglo XIX, el país se centró en las comunidades indígenas, dado su carácter «salvaje» y fue por ello que se recolectaron las primeras piezas etnográficas.

Posteriormente, en 1917, según el Museo Nacional de Colombia, el Museo de Bogotá en su catálogo general dedicó un tomo a la colección arqueológica, en la que se incluyeron «objetos Indígenas contemporáneos»[14]​como artesanías, en las que se encuentran armas, tejidos y collares, e incluso instrumentos musicales.

Sin embargo, es desde 1940 que se establece el interés por las comunidades indígenas, especialmente por su estudio, por la fundación del Instituto Indigenista y Etnológico Nacional, que buscaba recolectar piezas que enriquecieran las colecciones como parte de una «reliquia, antigüedad, curiosidad y obra de arte indígena»[14]​ En correspondencia es que los estudios etnográficos rescataron la diversidad de las comunidades indígenas, así como su organización, forma de vida y tradiciones.

Hiladora. Por, Angel E. Cuadrado Gonzáles
UNESCO: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Llorenç Prats. Antropología social. En, Grupo de Recerca Consolidat. Barcelona
Arhuacos. Cesar. En, Urbanidad Nativa.
Fincas de turismo
Grupo étnico en Colombia. Por, Fluvia Fernández
Baile, como representación cultural. Ramón Casas. España.