[a] En España, su antigüedad queda bien referida y documentada por obras literarias como el El Libro de buen amor (ca.
Aunque esta venta manchega, en ruinas ya en el siglo xix, desapareció a mediados del xx y solo quedan fragmentos materiales y el topónimo en los antiguos planos y mapas, algunos estudiosos han investigado su estructura a partir de documentos como la descripción del viajero Alejandro Dumas hacia 1846:[6]
Ruipérez, el ventero, un viejo diminuto —bajo las cejas grises, dos ojos de hombre astuto—, contempla silencioso la lumbre del hogar.
Lejos se escucha el traqueteo Se conservan en toda la cornisa cantábrica y con renovada tradición en Navarra y el País Vasco –a ambos lados de los Pirineos– las ventas («benta», o «vente», en francés) como establecimientos con una variada arquitectura tradicional, casi siempre situados en las encrucijadas de las vías de comunicación.
También suelen usarse como lugar habitual de celebración o reunión gastronómica.