El Partido Nacional Revolucionario (PNR) se fundó en 1929 en un intento por sortear la crisis política que produjo el asesinato del presidente electo Álvaro Obregón.
No obstante, en su Segunda Convención Nacional Ordinaria se transformó su estructura con la disolución de los partidos afiliados.
Lo anterior, sin embargo, no evitó que creciera el descontento para con la «estructura formal» de la formación.
A medida que los grupos derechistas y la «burguesía financiera e industrial» comenzaban a organizarse, el presidente Lázaro Cárdenas del Río necesitó de un «organismo político sólido» con el que defender las reformas de su gobierno.
[6] El propósito de Cárdenas era formar un partido en el que los trabajadores pudieran ingresar «como colectividades no como individualidades, con derecho y opinión propias».
Finalmente, Barba González anunció en noviembre de ese mismo año que se convocaría a una convención nacional.
[8] Hasta ese momento, sin embargo, se desconocían proyectos de reestructuración del partido.
[10] El mismo día, el mandatario mexicano publicó un manifiesto en el que anunciaba al país los cambios en el partido para «vigorizar el organismo creado para la defensa de la Revolución [mexicana]» y que se traducían en la integración a su estructura del campesinado, el sector obrero, las mujeres, las agrupaciones juveniles y el ejército.
[2][11] Garrido (2005) detalla que en la adopción de una nueva estructura para el partido probablemente tuvieron un papel importante las «influencias doctrinales».
Con su manifiesto, Cárdenas también confirmó, en torno a esta formación política, su «carácter de órgano o partido oficial».
[13] En enero de 1938, siguiendo la instrucciones del mandatario, la dirigencia partidista nombró una comisión —conformada por Luis I. Rodríguez, Esteban García de Alba, Alfonso Sánchez Madariaga, León García y Edmundo M. Sánchez— para estudiar los cambios a realizar en los documentos oficiales.
Este último agrupaba a mujeres, jóvenes, profesionistas, comerciantes y obreros no incluidos en el primero.
[18] Desde el exilio, Calles le comentó a Joaquín Amaro Domínguez su opinión sobre la transformación del partido.
[21] Se disolvió el PNR[22] y a las 15:30 horas Barba González declaró formalmente constituido el nuevo partido.
[2][26][27][28] Igualmente, se reconocían a los «contingentes femeninos», considerados «en plano de completa igualdad con los elementos masculinos».
A diferencia del PNR, Garrido (2005) afirma que la estructura directa estaba «más sólidamente articulada» y tenía un «armazón bastante original».
Este último se constituyó de seis miembros que ocupaban su cargo durante tres años.
Mientras que, para el resto, debía ser «individual» con una solicitud por escrito y a través de los órganos directivos.
Por otra parte, afirma que la estructura directa o «tradicional» parecía limitarse solamente a una «función representativa».
[30] Por su parte, el Comité Nacional estaba formado por 32 miembros —un diputado, un senador, seis miembros de los sectores y los seis integrantes del CCE— y su trabajo era orientar al CCE, convocar a la Asamblea Nacional e interpretar los Estatutos.
La designación del candidato presidencial debía ocurrir en un Asamblea Nacional y por voto de los sectores —cuyo valor era idéntico—.
Finalmente, los diputados locales y federales eran designados en un procedimiento en el que participaba un único sector, seleccionado previamente por el CCE.
No obstante, y sin estar plenamente consciente de ello, heredó las prácticas del callismo.
Pese a los cambios realizados, el PRM seguía siendo el «partido oficial» y sus «funciones esenciales» siguieron siendo las mismas.
La incorporación de los sectores fue, sin embargo, una «estrategia política» que le permitió al régimen construirse una «amplia base social» para legitimarse.
[37] Respecto a su imagen, el partido mantuvo el mismo emblema que su antecesor con los colores nacionales, aunque también usó una bandera roja con sus siglas en blanco.
Además, circuló una ilustración en la que un soldado, un campesino, un obrero y un hombre de la clase media —«discretamente oculto»— sostenían la bandera del partido.
Las elecciones de 1940 fueron una «prueba general» en la que las masas fungían como «plataforma para el cambio institucional del poder presidencial».