El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, y conductas repetitivas denominadas compulsiones, dirigidas a reducir la ansiedad asociada, neutralizar los pensamientos o prevenir un evento temido.
Otra característica común es que el paciente reconoce estas obsesiones y compulsiones como irracionales, falsos o infundados, sin embargo, son impotentes a tomar distancia de ellos o restarles poder, esto alimenta las acciones compulsivas.
Hoy no solo existen terapias eficaces como la terapia cognitivo conductual con especialidad en EPR (Exposición y prevención de respuesta), sino que también hay una gran actividad investigadora sobre las causas que producen este problema neurológico y una búsqueda de nuevos tratamientos.
Sin embargo, los psicólogos clínicos en su práctica descubren una serie de obsesiones «no clásicas» que se repiten con relativa frecuencia:[16] Según el Obsessive-Compulsive Cognitions Working Group (OCCWG), destinado a consensuar las definiciones de determinados conceptos cognitivos relacionados con el TOC, las variables cognitivas (conocidas también como variables O) más importantes en el TOC son:[48][49] Varias teorías sugieren una base biológica para el trastorno, y actualmente una serie de estudios está explorando esta posibilidad.
Otros estudios parecen indicar que pueden estar implicadas anormalidades en ciertos neurotransmisores (los mensajeros del cerebro).
Uno es la serotonina, que se cree ayuda a regular la disposición de ánimo, la agresión y la impulsividad.
Las neuronas que responden a la serotonina se encuentran en todo el cerebro, pero especialmente en los lóbulos frontales y en los ganglios basales.
Últimos estudios revelan que, aunque el nivel de serotonina sea mayor en los varones, no es reflejado en el TOC, ya que la incidencia de este trastorno no se ha analizado correctamente bajo las bases del IIS.
Lo cierto es que no se sabe exactamente cuál es la causa concreta, pero la combinación de factores biológicos (antecedentes familiares de TOC) y sociales (tales como padres sobreprotectores y controladores) pueden explicar las alteraciones que se han encontrado.
[60] En edad adulta esto tendrá un efecto muy negativo sobre la interacción del toquiano con una potencial pareja.
[66] Las personas con TOC comúnmente tienen un nivel educacional e inteligencia superior a la media[67] (de hecho, la propia naturaleza del trastorno precisa de patrones mentales más complicados que los comunes)[68] y son competentes profesionalmente,[10] pero su vida personal y familiar es insatisfactoria, dadas las interferencias que el TOC ejerce sobre ellos.
[68][69] Por otro lado y según diversos estudios realizados, muchos de los toquianos se encuentran aislados y tienen muy pocos amigos (o quizá ninguno), ya que la necesidad de realizar sus rituales obsesivos y compulsivos hace que, a menudo, les quede muy poco tiempo o energía que dedicar a los amigos o la familia.
Esta consideración indecisa de alternativas es un elemento importante en muchas otras rumiaciones obsesivas y a menudo se acompaña de una incapacidad para tomar las decisiones, aún las más triviales, pero necesarias en la vida cotidiana.
La relación entre rumiaciones obsesivas y depresión es particularmente íntima y se elegirá el diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo solo cuando las rumiaciones aparecen o persisten en ausencia de un trastorno depresivo.
Los rituales están menos íntimamente relacionados con la depresión que los pensamientos obsesivos y responden con mayor facilidad a las terapias de modificación del comportamiento.
Esta subcategoría debe ser usada cuando ambos son igualmente intensos, como es frecuente, aunque es útil especificar solo uno cuando destaca con claridad, ya que pensamientos y actos pueden responder a tratamientos diferentes.
Si un paciente no responde bien a uno de estos medicamentos, o tiene efectos secundarios inaceptables, otro ISRS puede dar una respuesta mejor.
Uno de los más corrientes es su efecto en la sexualidad, porque provoca inhibición y dificultad para alcanzar el orgasmo.
[14] De hecho, los ISRS se encuentran entre los fármacos que más pueden interferir en las relaciones sexuales, ya que funcionan aumentando los niveles de serotonina y, en consecuencia, reduciendo la impulsividad, la ansiedad y, también, el deseo.
[89] La técnica específica utilizada en la terapia cognitivo conductual se denomina Exposición y Prevención de Respuesta (EPR) que implica enseñarle a la persona a entrar deliberadamente en contacto con las situaciones que desencadenan los pensamientos y miedos obsesivos ("exposición"), sin llevar a cabo los actos compulsivos habituales asociados con la obsesión ("prevención de respuesta"), y así aprender gradualmente a tolerar el malestar y la ansiedad asociados con la no realización del comportamiento ritualista.
Por ejemplo, un paciente que se lava las manos compulsivamente puede ser alentado a tocar un objeto que cree está contaminado y luego la persona es instada a evitar lavarse durante varias horas hasta que la ansiedad provocada se haya reducido en gran parte (la ansiedad baja con el paso del tiempo, aunque el paciente crea lo contrario).
A medida que progresa el tratamiento, la mayoría de los pacientes gradualmente sienten menos ansiedad causada por los pensamientos obsesivos y pueden resistir los impulsos compulsivos.
Un estudio realizado en 1996 indicó que de más de 300 pacientes con TOC que fueron tratados con EPR, un 76 % todavía mostraba un aligeramiento significativo en el lapso comprendido entre los 3 meses y los seis años posteriores al tratamiento.
[91] La búsqueda continua de causas, junto con investigaciones acerca del tratamiento, promete producir aún más esperanzas para personas con TOC y sus familias.
En este caso se veía que sus compulsiones y obsesiones tenían elementos que se repetían a nivel inconsciente, desde la homofonía de palabras o de situaciones relacionadas con la historia familiar del individuo.
La teoría freudiana instaló por primera vez el supuesto básico de la «causalidad psíquica» del conflicto inconsciente, en donde el sujeto, en este caso neurótico obsesivo, genera síntomas como satisfacciones sustitutivas a los deseos reprimidos.
Así, todos los trastornos descritos en esta categoría están caracterizados por conductas repetitivas o compulsiones.