Los genes pueden desempeñar un papel al hacer el paciente más propenso a la ansiedad generalizada.
Muchas de las personas que la padecen también experimentan otros trastornos médicos, como depresión y/o pánico, que podrían implicar cambios en los procesos químicos cerebrales, según la teoría monoaminérgica, en particular anomalías en los niveles de diferentes neurotransmisores como serotonina, dopamina y/o noradrenalina.
Estas respuestas, ante situaciones que comprometen la seguridad del sujeto, son adaptativas para la especie humana.
El ser humano durante miles de años se ha tenido que enfrentar a infinidad de peligros; cuando estos se presentaban, las respuestas más eficaces para preservar la integridad del sujeto eran tres: quedarse paralizado, huir, o luchar.
Los síntomas psicológicos son: preocupación crónica y exagerada, agitación, inquietud, tensión e irritabilidad, aparentemente sin causa alguna, o más intensas de lo que sería razonable en esa situación en particular.
Los siguientes antidepresivos se encuentran aprobados por la FDA para el tratamiento del TAG: escitalopram, venlafaxina , duloxetina y paroxetina.
No obstante, estos fármacos tienen diversos efectos secundarios entre los que se encuentran los problemas sexuales e insomnio.
La pregabalina ha demostrado ser superior al producir efectos terapéuticos más consistentes para los síntomas de ansiedad psíquica y somática.
En este sentido a largo plazo es preferible el uso de neurolépticos como la quetiapina (Seroquel).
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