Quien padece esta patología, sueña despierto o fantasea excesivamente, asumiendo roles y personajes en escenarios creados a su gusto.
Barth (1997), quien también notó este fenómeno, lo atribuyó al hecho de que los sueños diurnos raramente se mencionan espontáneamente en la terapia.
En consecuencia, no existe información normativa sobre lo que constituye una ensoñación patológicamente elaborada o anormalmente extensa.
Wilson y Barber (1981) afirmaron que las personas propensas a la fantasía están, en general, bien adaptadas.
Concluyeron que para ciertos individuos, la propensión a la fantasía podría estar asociada con una psicopatología significativa.
La ensoñación excesiva se define como una actividad de fantasía extensa que reemplaza la interacción humana y/o interfiere con el funcionamiento académico, interpersonal o vocacional.
Esta se debe principalmente a los elementos DES que buscan abordar la absorción no representan experiencias inherentemente patológicas.
Es un rasgo de personalidad asociado con experiencias normales benignas relacionadas con la capacidad de estar inmerso en un solo estímulo, ya sea externo (por ejemplo, un libro) o interno (por ejemplo, soñar despierto), mientras descuida otros estímulos en el medio ambiente (Kihlstrom, 2005).
La ensoñación excesiva parece tener fuertes propiedades disociativas caracterizadas principalmente por una propensión hacia la absorción.
Sin embargo, estos datos no son muy útiles para idear una disociación informada de la estrategia del tratamiento.
Varios constructos interrelacionados asociados con la dificultad para permanecer enfocados en tareas externas se han descrito en la literatura como los que implican la ensoñación.
De hecho, soñar despierto a menudo se ha descrito como característico del TDAH (por ejemplo, Bokor y Anderson, 2014).
La «distracción mental» —otro concepto asociado definido como un cambio de atención de una tarea a preocupaciones no relacionadas— también se ha asociado con soñar despierto (Marcusson-Clavertz, Cardeña y Terhune, 2016) y con el consiguiente deterioro del rendimiento (Mrazek et al., 2012).
Los investigadores concluyeron que la ensoñación excesiva no puede explicarse mejor por un trastorno de atención comórbido.
Esta es frecuentemente diagnosticada erróneamente como esquizofrenia, desorden mental caracterizado por un comportamiento social anormal y la incapacidad de reconocer lo que es real.
Las personas que tienen esta forma de ensueño tienen dificultades para volver a sus actividades cuando se sumergen en un pensamiento.
Al igual que las personas con problemas de desplazamiento de la atención hacen (es decir, TDAH), las personas con ensoñación excesiva tienden a cambiar constantemente e involuntariamente su atención hacia el interior durante las actuaciones monótonas.
La ensoñación normal o fantasía consciente parece más probable que ocurra en condiciones similares a las del sueño nocturno.
Los síntomas más comunes son:[14] En enero de 2018, el Dr. Eli Somer publicó un artículo académico denominado «Maladaptive Daydreaming: Ontological Analysis, Treatment Rationale; a Pilot Case Report», el cual aborda un tratamiento para esta enfermedad.