Marqués de la Ensenada

Este hecho seguramente se debe a que en el momento de su nacimiento su padre desempeñaba el puesto de notario apostólico (elaboraba escritos eclesiásticos) en la primera localidad, pero su hidalguía era reconocida en la segunda, razón por la cual se decidió bautizarlo también en aquella.

Ese mismo año José Patiño fue a Cádiz y visitó el arsenal de la Carraca.

Bajo la protección de José Patiño fue escalando puestos en la administración naval y, en 1737, fue nombrado secretario del almirante infante don Felipe.

Ocupó distintos cargos durante los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III.

Sin duda, Ensenada puso las bases para la creación de la potente y orgullosa armada española del siglo XVIII.

Era hombre —según dicen las crónicas— de carácter activo, inteligente, enérgico, responsable y muy autoexigente.

Ministro seductor y galán, se le atribuye una sentencia que afirma:

El ministerio Carvajal-Ensenada nunca fue, a decir verdad, fuente de arduos conflictos.

A diferencia del introspectivo Carvajal, Ensenada no fue hombre de profundas reflexiones de autocrítica: Tampoco eran Carvajal y Ensenada del mismo parecer respecto al castrato italiano Farinelli, al que el marqués tenía en gran estima y simpatía mientras que, por el contrario, Carvajal nunca pudo acabar de soportarlo.

Para los festejos reales en Aranjuez se enviaron múltiples partituras musicales a la corte española, siendo Fernando VI y su esposa conocidos melómanos (en particular la reina, brillante alumna de Domenico Scarlatti tocando el clave).

Los varones gitanos mayores de siete años fueron encadenados e internados en arsenales donde realizaron trabajos forzados.

Había logrado que la monarquía española fuera recuperando un esplendor que tantos años de guerras inacabables habían ensombrecido: En 1750 recibe con todos los honores la Orden del Toisón de Oro y la Gran Cruz de Malta, pero eso no disminuye ni mucho menos su humildad y ritmo de trabajo: tres años más tarde ya logra encauzar con resultados satisfactorios las imprescindibles relaciones entre España y la Santa Sede.

Son importantes sus relaciones con los Banfi, Orcasitas, Francia, Mogrovejo... y altos cargos, como el cardenal Valenti, secretario personal del papa, y el auditor Manuel Ventura Figueroa.

Gracias al decisivo impulso de Ensenada se construyen también los tres grandes arsenales clásicos en que quedarán apoyadas para siempre la Marina y la flota de guerra españolas: Ferrol, Cartagena y La Carraca.

El monarca se ha acostumbrado al eficaz trabajo de su primer ministro y ya no puede prescindir de él: leal, activo, cauto, incansable... Manda un nuevo informe al rey, previo a las Reales Órdenes de 1751, en donde le detalla cuáles son sus próximos proyectos: Hay que tener en cuenta que la población española llegaba por aquel entonces a unos nueve millones cuatrocientos mil habitantes, según los estudios de Miguel Artola basados en el catastro que el mismo Ensenada encargó en 1756.

La razón fue su actuación al margen del monarca, porque pretendía preparar en La Habana una flota dispuesta a asaltar las posesiones inglesas de Campeche y Belice.

Las intrigas inglesas, del embajador Keene, y francesas, del embajador Duras, intentaban forzar una entrada en guerra de España, pues la guerra de los Siete Años entre Francia y Gran Bretaña no se hacía esperar.

El duque de Huéscar, amigo del soberano, presionó asimismo a Fernando VI, siguiendo las orientaciones de Carvajal para mantener una opción neutral a toda costa.

En ambas localidades continuaría disfrutando, sin embargo, de influyentes amistades y apoyos, lo que le hizo su castigo algo más llevadero.

No le fue fácil acabar con el confesor padre Rávago, pero también éste fue apartado por orden del rey.

La llegada de Carlos III todavía le supuso un fugaz retorno a la corte española, en 1760, aunque contra lo que pronosticaron los ensenadistas, Carlos III jamás hizo demasiado caso al retornado marqués, lo que cerró definitivamente la etapa política de este.

De hecho no está del todo clara su participación en la conjura que dio lugar al motín, tal vez obra de agentes británicos en Madrid, aunque Carlos III decidió destituirle también para acallar la protesta popular.

El inventario que reflejó tal compra fue realizado por Anton Raphael Mengs, asesorado por Tiepolo.

Retrato del marqués de la Ensenada, por Pierre Jouffroy, c. 1770, Museo de Valladolid .
Orden de Malta
Estatua del marqués de La Ensenada en la Fuente de los Riojanos Ilustres , en Logroño .