Panteón de Marinos Ilustres

[1]​ En un principio concebido como Iglesia de la Purísima Concepción, las obras de construcción comenzaron a finales del siglo XVIII por orden de Carlos III, y, por problemas económicos y políticos, no se finalizaron hasta mediados del siglo XX.

Las obras no se reanudaron hasta 1845, tras la apertura del Colegio Naval en la población.

Desde entonces y hasta ahora el edificio ha dado cobijo a los restos mortales de aquellos que llevados por su alto concepto del honor o movidos por su abnegado sentido del deber, alcanzaron el reconocimiento y la gloria, ya fuera dando ejemplo de bizarría en el campo de batalla, cultivando las letras o desarrollando las ciencias.

Con respecto a las lápidas conviene señalar que, en su inmensa mayoría, no contienen restos mortales, es decir, son recordatorias.

En lo que se refiere a tumbas y mausoleos, sí contienen restos mortales.

En cuanto a los materiales que se emplearon para la construcción de las tumbas son de lo más variado y van desde la piedra artificial al bronce, pasando por el mármol.