La debilidad del país ante las potencias vecinas quedó, pues, ampliada por el papel de la nobleza y por las luchas intestinas entre la misma, que acabaron por plasmarse en el apoyo, a principios del siglo XVIII, a dos familias o clanes rivales que aspiraban a la corona del reino.Sin embargo, tras invadir a su vez Rusia Carlos XII con el apoyo de su nuevo aliado, fue derrotado en la batalla de Poltava en 1709, huyendo hacia el sur para ser hecho prisionero en Besarabia por el Imperio Turco.La alternativa planteada era elegir como sucesor del rey al hijo del fallecido, Federico Augusto II, elector de Sajonia, o bien proceder a restaurar en el trono de Estanislao I.Para Francia representaba un gran triunfo en una larga historia de enfrentamientos con los Habsburgo que tenían su remoto origen en el Tratado de Verdún del año 843 que había establecido la partición del Imperio carolingio.Por el contrario, los Países Bajos españoles habían pasado a manos de la rama austriaca, bloqueando el avance francés por la costa del canal de la Mancha hacia el mar del Norte y la desembocadura del Rin, mientras que hacia el este la situación no había variado tampoco en la cuestión de avances territoriales.Hacia el este de Europa, estaba apareciendo el Imperio ruso, que se había consolidado como una potencia continental y aspiraba a obtener una salida hacia el mar en zonas libres de hielos, especialmente en el mar Báltico.No obstante, los adversarios polacos de Estanislao se alzaron en armas, a la vez que un ejército ruso avanzaba hacia Polonia, con lo que el 22 de septiembre el recién proclamado Estanislao I Leszczynski huía rumbo a Gdansk (Danzig) esperando recibir ayuda por vía marítima, al tiempo que Augusto III era coronado rey en Varsovia bajo la protección de las bayonetas rusas.Cabe suponer que Luis XV esperaba poder ocupar los Países Bajos austriacos con cierta facilidad.Estanislao, disfrazado, había escapado del cerco el 28 de junio, rumbo a Königsberg.El ejército español había partido de sus bases en la Toscana en esa misma primavera, atravesando los Estados Pontificios, para invadir el reino de Nápoles, que se encontraba bajo dominio austriaco.Durante la batalla resultó muerto el propio comandante austriaco, duque de Mercy.En el teatro de operaciones alemán, en la zona del río Rin, solo tuvieron lugar enfrentamientos menores.Las conversaciones preliminares desembocaron en el Tratado de Viena, firmado en el mismo 1735 (aunque no fue ratificado hasta 1738), que puso fin al conflicto.No obstante, la dependencia en la que se hallaba el país respecto de las grandes potencias no tardaría en pasarle una amarga factura, con los repartos de Polonia entre los países vecinos en el último cuarto del siglo XVIII.[6] De este modo, Francia alcanzaría lo que consideraba su frontera natural, el río Rin, consolidando sus posiciones en Alsacia.España obtuvo ganancias territoriales, pero no para ser unidas a la Corona, sino para ramas menores.