Se convirtió en un ávido lector y su familia le pagó la edición de sus primeras poesías.
Se relaciona con jóvenes latinoamericanos residentes en París, como Rubén Darío, Amado Nervo y Rufino Blanco Fombona.
En 1901 publicó en Buenos Aires su artículo El peligro yanqui, donde denuncia las intervenciones de los Estados Unidos, anexando territorio mexicano, y alertando sobre la hegemonía cultural y económica, la que, según su punto de vista, jugaba un papel tan letal como la misma invasión armada.
Justo y la cúpula directiva que tiñó al partido a lo largo de muchos años.
Así incluyó trabajos de Rubén Darío, Ricardo Rojas, Alfredo Palacios, Leopoldo Lugones, Rufino Blanco Fombona, José Enrique Rodó y varios más.
En ambos temas la socialdemocracia europea asumió posiciones nacionalistas en defensa de sus respectivos países imperialistas y colonialistas.
Henri Van Kol, el delegado neerlandés, afirmó: “En circunstancias determinadas, la política colonial puede ser obra de civilización”.
Para Ugarte el socialismo en Latinoamérica debía tener un carácter nacional que opusiera resistencia al imperialismo anglosajón.
Comparaba las dos Américas y concluía que sólo la unión de los pueblos del sur les permitiría hacer frente a las grandes potencias con apetencias territoriales o económicas sobre estas naciones.
La Vanguardia con respecto al libro de Ugarte señalaba: «Muchos han venido agitando la opinión del peligro yanqui.
Durante una movilización estudiantil Manuel Ugarte aprovechó salir al balcón del hotel y pronunciar una alocución improvisada.
El ministro de Relaciones Exteriores le indicó que podía exponer sobre literatura, pero no podría realizar discursos contra los Estados Unidos.
Justificaba su prohibición en que se esperaba, en poco tiempo, la visita del Secretario de Estado estadounidense, Philander C. Knox.
El gobierno salvadoreño permitió la visita de Ugarte, posteriormente a la partida del Secretario Knox.
Fue recibido por una cálida manifestación de apoyo a sus ideas, integrada tanto por estudiantes como obreros.
De Costa Rica decidió llevar su palabra también a los Estados Unidos, donde crítico la política imperial.
Allí se entrevistó con el presidente, quién le reconoció su imposibilidad de fijar las políticas nacionales argumentando que toda la economía estaba en manos estadounidenses.
Ese mismo reclamo se escuchó en Quito, junto a otro que decía «América Latina para los Latinoamericanos».
Manuel Ugarte dio a conocer una Carta Abierta al Presidente de los Estados Unidos que es un enunciado donde crítica los desbordes imperialistas efectuados por ese país en los últimos años.
El embajador estadounidense lo criticó duramente y Manuel Ugarte le envía los padrinos para batirse a duelo.
Cuando llega a Buenos Aires, después de esta gira triunfal por Hispanoamérica, sólo unos pocos amigos lo estaban esperando.
Mientras tanto la Asociación Latinoamericana exigía que los yacimientos petrolíferos descubiertos en Comodoro Rivadavia quedaran en manos estatales y no fueran entregados a los monopolios extranjeros.
Sus objetivos son defender la industria nacional, combatir los monopolios, oponerse al imperialismo y bregar por una reforma cultural.
Poco después lo hizo Brasil, mientras, en Buenos Aires, los sectores vinculados a Inglaterra y los Estados Unidos desataron una campaña para que Argentina ingresara en la guerra.
Tres viejos conocidos de Ugarte se unieron al reclamo: Ricardo Rojas, Leopoldo Lugones y Alfredo Palacios.
Ugarte denunció en Argentina la euforia que había despertado la Guerra Mundial y el escaso interés por la desigual batalla de Sandino contra los Estados Unidos.
Otros dirigentes insistieron en el ofrecimiento y, luego de pensarlo, aceptó reincorporarse al partido.
Abandonó nuevamente Buenos Aires, esta vez para instalarse en Viña del Mar, Chile, y desde allí colaboró con varios diarios de ese país, aunque sólo con artículos literarios.
La aparición del libro provocó que Ugarte fuese nuevamente criticado por cuestionar al Reino Unido.
Incluía a Rubén Darío, Alfonsina Storni, Florencio Sánchez, Gabriela Mistral, Rufino Blanco Fombona, José Vasconcelos Calderón, entre otros.