Florencio se involucra activamente en el Centro Internacional, dando varias conferencias, leyendo sus Cartas de un flojo, declarándose anarquista, compartiendo la tribuna tanto con Pietro Gori, como con Pascual Guaglianone, un joven argentino que impactado por el ejemplo de Gori daba conferencias por toda la ciudad.
Allí Florencio se desempeña como bibliotecario de la recientemente inaugurada Biblioteca Obrera, colabora con algún texto con el periódico del Centro, Tribuna Libertaria.
Crea un cuadro filodramático, junto con Edmundo Bianchi y Eulogio Peyrot, donde pretenden extender la arenga, el discurso libertario, por vías de comunicación más entretenidas.
Además del Centro Internacional, Florencio frecuenta la librería Moderna de Orsini Bertani, un anarquista que le editó sus primeras obras a Rafael Barret, Ángel Falco o Ernesto Herrera, entre otros tantos, y frecuenta muy especialmente el Polo Bamba, un café ubicado frente a la plaza independencia que era el principal lugar de reunión de los anarquistas junto al Centro Internacional.
El asunto molestó tanto al jefe de policía que se ordenó detenerlo.
Posteriormente funda un periódico junto a otros colegas llamado La Época, también escribe una nueva obra teatral llamada La gente honesta, donde se burla de un personaje del Gobierno que es a su vez su antiguo jefe y dueño de La República.
Florencio Sánchez junto a otros compañeros logran sacarla clandestinamente, cada noche en una imprenta diferente y sorteando la represión para hacerla distribuir.
Continuó tratando en todas sus obras problemáticas y contradicciones sociales de las que el anarquismo siempre había hecho énfasis.
También en 1903 escribió el sainete La gente honesta y su primera obra teatral Canillita, que se representó por una compañía española de zarzuelas.
En 1906, Sánchez se instala en La Plata, donde trabajó en la Oficina de identificación Antropométrica, que había sido fundada por el policía Juan Vucetich.