Las integrinas son heterodímeros obligados que contienen dos tipos de cadenas distintas, la subunidad α (alfa) y la subunidad β (beta), que se unen de forma no covalente.
[1] Ambas subunidades poseen dos extremos separados, que penetran en la membrana plasmática y tienen pequeños dominios citoplásmicos.
La estructura cristalográfica también fue obtenida en el caso de esta misma integrina unida a un pequeño ligando que poseía la secuencia RGD (arginina-glicina-aspártico), el fármaco cilengitida.
La interacción con tales secuencias parece ser una primera fase mediante la cual la matriz extracelular ejerce su efecto en el comportamiento celular.
La estructura suscita numerosas cuestiones, especialmente en lo referente a la unión del ligando y la transducción de la señal.
Aunque la estructura cristalina de la integrina antes mencionada sorprendentemente apenas cambia cuando lleva unida la cilengitida, la actual hipótesis es que la función de la integrina implica cambios en la forma para mover el sitio de unión a ligando a una posición más accesible en la superficie celular, y este cambio conformacional pone en funcionamiento la señalización intracelular.
Hay una gran cantidad de literatura biológica y bioquímica que apoya esta hipótesis.
En cualquier caso, estos denominados anticuerpos LIBS (Ligand-Induced-Binding-Sites), demuestran inequívocamente que la forma de la integrina sufre un cambio drástico al unirse a su ligando.
Algunas de estas integrinas pueden ser específicas para una sola molécula, pero en cambio hay otras que pueden reconocer diferentes ligandos.
Las β2, dimerizan con al menos tres tipos de cadenas alfa y median contactos célula-célula.
Hay algunas que están muy estudiadas, como son LFA1 o el antígeno de función linfocitaria αLβ2.
Los receptores para estas tres moléculas son I-CAM y V-CAM, que se encuentran en la superficie de las células endoteliales.
Las integrinas también desempeñan un papel fundamental en la adhesión de los leucocitos al endotelio, cuando estos migran hacia un foco inflamado.
Entre los múltiple ligandos de las integrinas se encuentran la fibronectina, la vitronectina, el colágeno y la laminina.
Es decir, son reciclados constantemente, permitiendo que la célula tenga anclajes de refresco en su región frontal.
Estudios llevados a cabo en ratones knockout para diversos genes de integrinas no siempre son letales, lo que demuestra que durante la embriogénesis algunas integrinas pueden ser sustituidas por otras, permitiendo así la supervivencia del mutante.