A menudo las células migran en respuesta hacia, señales exteriores específicas; este proceso se llama quimiotaxis.
Las dos características principales son: La última característica puede ser fácilmente observada cuando los agregados de una molécula superficial son reticulados con un anticuerpo fluorescente o cuando pequeñas partículas se unen artificialmente a la parte frontal de la célula.
Una de las criaturas modelo más valiosas para estudiar el desplazamiento y la quimiotaxis es la ameba Dictyostelium discoideum, porque se mueve más rápido que cualquier célula mamífera cultivada en el laboratorio y hace quimiotaxis hacia el AMP cíclico.
Igualmente, cuenta con un genoma haploide, lo cual ayuda al entendimiento del rol de un producto genético particular en el movimiento.
[7] Esto permite observar que la extensión en la parte delantera ocurre principalmente por agregación de membrana en esta zona.
Es posible que estos pies sean endocitados hacia la parte trasera de la célula y luego por exocitosis sean llevados hacia el frente para ser reusados y formar nuevas uniones al sustrato.
Con frecuencia, se puede comprender cómo funcionan los procesos biológicos complejos a través de estudios con mutaciones.
De hecho, aunque se conocen muchos mutantes que afectan los procesos migratorios en Drosophila, estos tienden a clasificarse en dos grupos: factores de transcripción y proteínas clave reguladoras (como las Quinasas C-Jun N terminal (JNKs) que controlan el cierre dorsal).
Muchos genes de copias únicas asociados a la función del citoesqueleto han sido delecionados: estos mutantes usualmente tienen un fenotipo débil, lo cual sugiere que estos genes no son necesarios para el desplazamiento o que hay múltiples mecanismos por el cual la célula logra moverse.