La queratina (del griego κερατίνη, córneo)[1] es una proteína con estructura fibrosa, muy rica en azufre,[2] que constituye el componente principal que forman las capas más externas de la epidermis de los vertebrados y de otros órganos derivados del ectodermo, faneras como el pelo, uñas, plumas, cuernos, ranfotecas y pezuñas.
La beta-queratina no presenta cisteína, o lo hace en muy baja proporción, por lo tanto contiene pocos entrecruzamientos intermacromoleculares a través de puentes disulfuro (cistina).
Es decir, la cadena macromolecular con cierta estructura primaria (o secuencia), se pliega sobre sí misma, adquiriendo tres dimensiones.
[5] El pelo está construido por macrofibrillas de queratina empaquetadas por fuera; éstas están formadas por microfibrillas, que se retuercen en un arrollamiento hacia la izquierda.
Son varios los factores que inciden en su buena calidad: los tratamientos mecánicos (mal cepillado, etc.), las condiciones medioambientales (contaminación, etc.), provocan su deterioro y mención especial a los trabajos químicos (desrizado, etc.); estos provocan que la cutícula se hinche y abra, algo que, con el uso continuo modifica la estructura del cabello, convirtiéndolo en seco, frágil, poroso y hasta quebradizo.
Así, se utiliza un reactivo reticulante para pegar los aminoácidos añadidos a las hebras de queratina en el cabello.