En el acta del consejo de administración quedó reflejado: alentados en esta ocasión como en tantas otras, por las patrióticas y siempre benévolas indicaciones que la más alta representación del Estado, se ha dignado hacerlo llegar hasta nosotros, nos hemos decidido fabricar un motor para la aviación.
La potencia estimada se calculaba entre los 140 a 160 hp, desde 1000 hasta 1600 RPM, lo que suponía una relación peso/potencia de 1 kg/hp.
Este era el procedimiento estándar para que un nuevo diseño de motor fuera admitido en el servicio militar.
Hispano Suiza no se arredro ante las imposiciones, aceptó la duración de la prueba, siempre y cuando los otros motores la pasaran al mismo tiempo.
A pesar de las similitudes con el diseño original, el motor se había perfeccionado sustancialmente.
La confiabilidad del motor y la relación potencia-peso fueron problemas importantes en los inicios de la aviación.
Por otro lado, el diseño también prometía mucho más potencial de desarrollo que los motores rotativos.
Los motores rotativos se estaban acercando a los límites de su desarrollo en ese momento, ya que los de mayor potencia generalmente tenían un mayor peso, lo que a su vez aumentaba el ya importante efecto giroscópico generado por la rotación del motor.
El SPAD VII , diseñado por Louis Béchereau , fue el resultado de este requisito y permitió a los aliados recuperar la superioridad aérea sobre el enemigo.
Algunas fuentes los denominan como Wright-Martin; sin embargo, otras, como Wright-Hispano (que sería lo correcto) e incomprensiblemente algunos como "Wright-Hisso".