Sus nombres individuales son Woglinda (Woglinde), Wellgunda (Wellgunde) y Flosilda (Floßhilde o Flosshilde), a pesar de que generalmente son tratadas como una sola entidad y de actuar en conjunto.
Wagner creó sus Doncellas del Rin a partir de otras leyendas y mitos, en especial el Cantar de los nibelungos, que contiene historias relacionadas con los espíritus del agua (nixes) o sirenas.
[2] Las ninfas acuáticas (en alemán: Nixen) aparecen en muchos mitos y leyendas europeos, a menudo, aunque no invariablemente, en forma de maldad disfrazada.
[9] Möringen, donde los guerreros condenados fueron transportados, puede ser Möhringen an der Donau, aunque también se ha sugerido Großmehring, que está mucho más al este.
[15] Así como en el mito griego las oceánidas son las hijas del titán marino Océano, en la mitología nórdica -específicamente en la Edda poética- el dios marino jotun (similar a un gigante) Ægir tiene nueve hijas.
La identidad de su padre, que les confió la custodia del oro,[16] no figura en el texto.
[17] Otros toman el alemán «Rheintöchter» literalmente y dicen que son las hijas del río Rin.
[2] Cuando el preludio musical alcanza su clímax, Woglinda y Wellgunda aparecen jugando en las profundidades del Rin.
Flosilda se une a ellas tras un amable recordatorio de sus responsabilidades como guardianas del oro.
Son observadas por el enano nibelungo Alberich, que las llama: «Me gustaría acercarme si fuerais tan amables conmigo».
Primero, Woglinda finge responder a las insinuaciones del enano, pero se aleja nadando cuando éste intenta abrazarla.
Atormentado por la lujuria, Alberich persigue furiosamente a las doncellas por las rocas, resbalando y deslizándose mientras ellas le eluden, antes de hundirse en una rabia impotente.
Las doncellas cantan su extático saludo al oro, lo que despierta la curiosidad de Alberich.
Flosilda las regaña por revelar este secreto, pero su preocupación no es tenida en cuenta: sólo alguien que ha renunciado al amor puede obtener el oro, y Alberich está claramente tan enamorado que no representa ningún peligro.
Mientras las doncellas siguen burlándose de sus payasadas, Alberich trepa por la roca y, pronunciando una maldición sobre el amor, se apodera del oro y desaparece, dejando a las Doncellas del Rin que se lancen tras él lamentando su pérdida.
Se oye el cuerno de Sigfrido, que no tarda en aparecer tras perderse mientras cazaba.
Tras un intercambio de coqueteos, Sigfrido se ofrece, aparentemente sincero, a darles el anillo.
Se marchan nadando, dejándolo perplejo, reflexionando sobre sus palabras y admitiendo que podría haber seducido felizmente a cualquiera de ellas.
Al parecer, le han contado toda la historia de la trampa y la traición de Sigfrido y le han aconsejado que sólo la devolución del anillo a las aguas del Rin puede acabar con su maldición.
[37] El comentarista de Wagner James Holman ha calificado la música asociada a las Doncellas del Rin como «una de las músicas fundamentales del Anillo»;[38] otras descripciones han señalado su relativo encanto y relajación.
Sus cinco primeras notas, con un ritmo alterado, se convierten en el motivo de la Brunilda dormida en La valquiria, acto 3.
[43] La «alegría de las Doncellas del Rin y el saludo al oro»: «¡Heiajaheia, Heiajaheia!
Rheingold!...» (El oro del Rin, escena 1) es una canción de saludo triunfal basada en dos elementos, que se desarrollan y transforman posteriormente en el Anillo y a los que se dan muchos usos.
[47] Una versión lenta del lamento es interpretada por las trompas en Sigfrido, Acto 2, cuando Sigfrido entra en la cueva de Fafner para reclamar el oro; el lamento, dice Cooke, sirve para recordar la verdadera propiedad del oro.
Desde 1976, en particular, la innovación en el Festival y en otros lugares ha sido sustancial e imaginativa.
Las Doncellas del Rin, al igual que el resto de los personajes, vestían sencillas túnicas y cantaban sus papeles sin histrionismo.
[54] Wieland y su hermano Wolfgang elogiaron a Appia: «el escenario estilizado, inspirado en la música y la realización del espacio tridimensional, constituyen los impulsos iniciales para una reforma de las puestas en escena operísticas que condujeron de forma bastante lógica al estilo del "Nuevo Bayreuth"».
[61] Keith Warner adaptó esta característica en su producción del Anillo para la Royal Opera House Covent Garden, estrenada entre 2004 y 2006.
[62] Mientras Warner recurría a la iluminación para conseguir un efecto submarino, Hall utilizó una ilusión del fantasma de Pepper: espejos en un ángulo de 45º hacían que las doncellas parecieran nadar verticalmente cuando, en realidad, las intérpretes nadaban horizontalmente en una cuenca poco profunda.
[65] Otras Doncellas del Rin de Bayreuth fueron Helga Dernesch, que cantó Wellgunda entre 1965 y 1967.