Gregorio Marañón

[6]​ Siendo aún estudiante publicó sus primeros artículos en la Revista Clínica de Madrid.

En 1911 elaboró su tesis doctoral La sangre en los estados tiroideos por la que obtuvo el Premio Extraordinario de doctorado.

Desde 1917 publicó artículos sobre cuestiones sociales y políticas ─no descuidando sus inquietudes médicas e investigadoras─ realizando largos viajes por España.

Hombre austero,[9]​ humanista,[10]​ y liberal,[11]​ está considerado como uno de los más brillantes intelectuales españoles del siglo XX.

Según el historiador Miguel Artola Gallego en 1987, «la mayor aportación política de Marañón fue sin duda haber levantado la bandera del liberalismo, de la libertad, en una época en que pocos o ninguno podían hacerlo», entendiendo por «liberalismo» lo contrario a una adscripción política determinada.

[2]​ Solamente en 1930 publicó su Endocrinología (Madrid: Espasa-Calpe) y treinta títulos más en revistas científicas sobre esa especialidad, de los cuales la mitad fueron trabajos como único autor, todo lo cual destaca en el marco de las circunstancias político-históricas en las que Marañón estaba directa o indirectamente involucrado.

Respecto a los medios para regularlo -sin entrar en contradicción con la moral católica- abogó por la educación y depositando finalmente en la conciencia individual, la decisión última.

[cita requerida] Además de su dedicación intensa a la medicina, escribió sobre temas muy diversos:

En la década de 1930 publicó sus primeros ensayos históricos con especial atención en el género biográfico.

[27]​ Así, en obras como Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo (1930), Amiel.

Un estudio sobre la timidez (1932), Las ideas biológicas del padre Feijoo (1934), El Conde-Duque de Olivares.

En esos trabajos, y en sus Tres Ensayos sobre la vida sexual (1926), desmitificaba al donjuanismo como arquetipo de virilidad.

[28]​ Fue admitido y colaboró en cinco de las ocho Reales Academias españolas.

[31]​ O en alusión a su homólogo científico: «Pasteur, el hombre de ciencia representativo, el hombre que dedicó toda su energía a la investigación de la materia y el origen de la vida, no solo fue un idealista, sino también un católico practicante, fervoroso y sencillo.

¡Qué gran lección esta para las generaciones de investigadores actuales, educados en un materialismo impenitente!

[34]​ Cuenta que preguntaron al doctor cuál era la innovación más importante de los últimos años.

Por su cigarral toledano pasaron muchas e importantes personalidades españoles y extranjeras como Federico García Lorca,Ramón María del Valle Inclán, Albert Einstein, Alexander Fleming o Charles de Gaulle, a quienes guíaba por la ciudad que tan a fondo conocía.

Tras la "junta facciosa", no reconocida por los socios, Marañón fue elegido presidente del Ateneo en marzo de 1930».

Retratado por Sorolla en 1920
Caricaturizado en 1925 por Pellicer
Gregorio Marañón en un rincón de su biblioteca. De la revista Caras y Caretas , 17 de enero de 1931.
Monumento en la localidad jienense de Jódar en memoria de Marañón.
Monumento a Gregorio Marañón en la Ciudad Universitaria de Madrid