Durante los dos siguientes siglos, el cigarral es utilizado por la citada orden religiosa, dedicando sus terrenos a diversos cultivos.
Abandonado durante un tiempo en la Guerra de la Independencia, el convento sufre serios daños.
Tras la vuelta de la comunidad religiosa será desamortizado en 1835, pasando, desde 1836 a 1921, por distintos propietarios.
Al finalizar la Guerra Civil, la familia Marañón emprende la restauración del cigarral.
También en la planta inferior se encuentra la capilla, que ocupa un lateral, cuenta con obras de gran calidad en su interior y cuya entrada está decorada con yeserías.