Poco después la permutó con el médico Abdón Sánchez Herrero, que ejercía esta misma Cátedra en Zaragoza y se trasladó a la capital aragonesa.
Como alto cargo de Sanidad, tuvo que enfrentarse a una situación poco habitual en política sanitaria y por ello realizó una profunda reorganización.
[3] En la Real Academia Nacional de Medicina ocupó un puesto destacado al ser elegido en noviembre de 1897 para reemplazar al dr. Gabriel Alarcón, que falleció siendo Académico electo.
Quedó adscrito a la Sección de Filosofía y Literatura con la Medalla n.º 6.
Rodeado de sus familiares y amigos, manifestando su fe cristiana terminó su existencia.