Le siguieron otros tres presidentes de gobiernos liberales, pero las disensiones entre las facciones del partido continuaron por lo que el rey llamó en enero de 1907 al líder del Partido Conservador, Antonio Maura, para que formara gobierno.
[8] Maura justificó así su revolución desde arriba:[9] Sin embargo Maura había comenzado su gobierno de forma poco congruente pues en las elecciones que convocó se valió del entramado caciquil para alcanzar una mayoría muy amplia en las Cortes.
También se tipificó el delito electoral y en los casos de fraude intervenía el Tribunal Supremo.
[12] Además el fraude se vio agravado por la aplicación del artículo 29 ya que, como ha destacado Manuel Suárez Cortina, «en algunas elecciones llegó a haber un tercio del Parlamento proclamado por este procedimiento.
Sin duda el proyecto estrella de Maura fue la reforma de la administración local para otorgar a los ayuntamientos y diputaciones provinciales, «que malvivían con recursos escasos y prestaban por tanto servicios deficientes»,[17] una autonomía real.
Según Suárez Cortina, se preveía que los ayuntamientos pudieran «poseer, adquirir o enajenar bienes y servicios antes dependientes del Gobierno», al concedérseles competencias «en materias de seguridad, obras públicas, sanidad, beneficencia y enseñanza».
Por otro lado, siguiendo esa política nacionalizadora española el gobierno organizó viajes del rey, «encarnación viviente de la patria» según Maura, por distintas partes de España, especialmente a Cataluña.
[27] La Ley de Represión del Terrorismo fue atacada por los republicanos y los socialistas al considerarla una amenaza a las libertades.
Ese mismo día se produjeron incidentes violentos cuando los huelguistas atacaron los tranvías y sobre todo cuando la huelga derivó en un motín anticlerical, protagonizado por anarquistas y por jóvenes republicanos del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, quien en ese momento se encontraba en América del Sur.
[34] La figura más conocida entre los detenidos fue el pedagogo y activista anarquista Francisco Ferrer Guardia cuya ejecución en octubre levantó oleadas de indignación en toda Europa.
[34] En principio los sucesos de lo que sería conocida como la «Semana Trágica» y la dura represión posterior no tuvieron consecuencias políticas.
En París hubo banderas españolas con crespones negros o quemas de símbolos nacionales.
Hubo mítines en Salónica, y en Génova los trabajadores de los muelles se negaron a descargar buques españoles.
La protesta internacional, que apenas había tenido seguimiento en España,[39] fue aprovechada por el Partido Liberal para promover una campaña con los republicanos en contra del gobierno al grito de Maura, no.
El día 20 fue el ministro de la Gobernación Juan de la Cierva el que atacó a Moret de forma muy violenta, llegando a decirle que su política cuando estuvo al frente del gobierno había conducido al atentado contra el rey, afirmación que se negó a retirar.
El escándalo en las Cortes se hizo todavía mayor cuando Maura respaldó a Cierva dándole la mano.
El Diario Universal, propiedad del liberal conde de Romanones, afirmó que el gobierno no podía durar «ni un día más».
Gabriel Maura Gamazo contó muchos años después la conmoción que provocó en su padre su destitución como presidente del gobierno.
Por eso Maura respondió a su destitución dando por liquidado el pacto en que se había basado el régimen político de la Restauración.
[41] El rey Alfonso XIII le comentó a un diplomático británico poco después: «Los liberales ahora en el poder no habían obrado bien en la oposición creando problemas al Gobierno en vez de apoyarle en un momento de emergencia nacional».
[42] Como ha destacado Manuel Suárez Cortina, «la entrega del poder a los liberales tuvo repercusiones considerables, pues, en primer término, estimulaba un alejamiento entre ambos partidos, el Liberal y el Conservador, al tiempo que distanciaba a Maura del rey.
[…] La posición de Maura se relaciona también con el rechazo que tenía frente al significado político del Bloque de Izquierdas, cuya alianza con los republicanos era todo un atentado a los principios monárquicos del político mallorquín.
Y añadió a continuación: «¿No habéis tenido vosotros en vuestra casa una cuestión Dreyfus?