Nació durante el exilio de sus padres en Sicilia, y se le llamó Fernando, nombre inédito en la familia real francesa, en homenaje a su abuelo, el rey de las Dos Sicilias, Fernando I.
Viajó a Francia por primera vez en 1814, tras la caída de Napoleón, para luego instalarse definitivamente en 1817.
El príncipe recibió una educación liberal, en completa igualdad con sus compañeros, y tras realizar estudios en la escuela politécnica entró a formar parte del primer regimiento de húsares, establecido en Lunéville, donde fue hecho coronel por el rey Carlos X.
Su padre lo introdujo en su Consejo, pero el príncipe, de gran temperamento, mantuvo frecuentes enfrentamientos con los doctrinarios, lo que hizo que dimitiese al poco tiempo por las presiones de Casimir Perier, presidente del mismo.
Él mismo fue un dibujante talentoso y realizó grabados amateur.
Dado que en aquel entonces la monarquía de Julio necesitaba nuevos aliados en Europa, lo que le permitiría no depender exclusivamente de Inglaterra, se lo intentó casar con una de las hijas del rey Guillermo I de Württemberg, las princesas María (nacida en 1816) y Sofía, pero el padre declinó la proposición, algo que llegó a ser aún más humillante cuando la princesa María se casó, en 1840, con el conde austríaco Alfredo Neipperg.
Estaba previsto que el duque partiera para Saint-Omer para revisar parte del ejército del que había sido nombrado comandante.
El funeral se celebró en Notre-Dame y su tumba está en la ciudad de Dreux.