La actuación del Batallón de la FETE fue explícitamente calificada como sobresaliente por el general Vicente Rojo, quien así lo destaca en sus memorias.
Nada le hacía imaginar por aquel entonces que acabaría poco después convirtiéndose en un destacado oficial.
En enero de 1938 fue destinado con las mismas funciones, junto con López Mejías, a la 37.ª División, con sede en Castuera y en marzo del mismo año, a la 38.ª División, con cuartel general en Hinojosa del Duque, como Jefe de Información.
En ambas planificó e intervino en diversas operaciones en el Frente Extremeño, en situación más o menos estabilizada pero con frecuentes escaramuzas con resultados desiguales, y con algunos pequeños avances por parte de los republicanos.
No obstante, finalmente se decidió su repliegue, por el riesgo de quedar rodeados.
La actuación del Capitán Elisardo Penas en esta época cabe calificarla de titánica.
Según cuenta él mismo, los acontecimientos fueron tan rápidos e intensos durante los dos meses de junio y julio que ni él mismo era capaz de recordarlos ya con un cierto detalle.
Enfrente, tenían a las mejores tropas del Ejército franquista, los Regulares y otras, lo que no hace sino añadir méritos a la resistencia de la 68.ª División, cuyas unidades quedaron notablemente mermadas tras los dos extenuantes meses de campaña en Levante, pues de las tres flamantes Brigadas al completo que iniciaron la campaña (unos diez mil hombres), quedaron finalmente solo dos (a finales de julio la 190.ª BM quedó asignada a la 15.ª División), con menos de cuatro mil hombres en total.
No obstante, el sería el primer sorprendido por la rapidez y eficacia con que asumió sus labores como oficial, ya que él, en sus memorias, afirma que "En diciembre de 1936 me asustaba la idea de ser cabo, por la responsabilidad de mandar a seis hombres, y apenas un año después daba órdenes a doce mil con la mayor tranquilidad".
Estas cualidades, junto con el hecho de que la 68.ª División republicana era casi la única de aquel frente con un jefe militar profesional y además, plenamente comprometido con la causa republicana (Justo López Mejías era militante comunista), hicieron que fuera en los momentos en que esta División se encontraba en primera línea cuando el enemigo era frenado con más eficacia.
La nueva pista transcurría más al Norte, más resguardada del enemigo, y aparece reflejada en el plano 780 del IGN de 1950 como "Pista de Guerra abandonada".
El ataque sobre Castuera quedó, no obstante, frustrado, debido a las lluvias torrenciales de aquellos días, que impidieron a los batallones involucrados en la operación (pertenecientes a la 189.ª Brigada Mixta) cruzar el impetuoso torrente de uno de los afluentes del río Guadalefra, que delimitaba las posiciones enemigas por el punto del ataque.
Penas vio en este hecho el principio del fin, al confirmarse que la ofensiva republicana en el Sur había sido finalmente detenida y después de ver regresar a los batallones de su División en un penoso estado, tras varios días soportando una lluvia torrencial a la intemperie.
Seis meses antes del final de la guerra, había sido formalmente invitado a ingresar en el PCE, pues este le consideraba un excelente elemento que convenía captar, basándose en informes sobre su actuación en los frentes de Levante y Extremadura.
Aunque se identificaba con gran parte del ideario de la izquierda, no aceptaba "en bloque" ninguna ideología concreta.
Ante éstas, organizó algunos equipos para crear unas mínimas infraestructuras que mejorasen algo las duras condiciones de vida.
Al año siguiente, fue destinado a un campo de trabajo en Availles-Limouzine.
En 1972 escribió un libro de memorias, para su entorno familiar, que nunca publicó en vida pero cuyo contenido se ha dado a conocer en 2021.