También se suele denominar duraznero en países hispanoamericanos y albérchigo (del árabe al-pérsico) en castellano antiguo.
Fue llevado a Occidente por los romanos que lo tomaron como originario de Persia y así lo denominaron.
Malum cotonium era, sin embargo, el nombre que se le daba al membrillo.
La palabra durazno proviene del latín duracinus, de dūrus (duro) y acinus (uva, baya).
Las hojas son oblongas-lanceoladas o elípticas, acuminadas, cuneadas en la base, aserradas con dientes glandulíferos, glabrescentes, con estípulas caducas denticuladas.
Los sépalos son erectos enteros y los pétalos denticulados en el ápice, de color rosado fuerte.
A la variedad que no tiene la piel aterciopelada se la llama nectarina, pelón o pavía (en Aragón y Navarra).
Este período, inmediatamente posterior a la floración, es crítico para el tamaño final del fruto.
Le sigue una cuarta etapa (fase IV) en que se produce la maduración del fruto.
[11] Prunus persica prospera en áreas geográficas acotadas, ya que requiere condiciones de frío invernal.
Puede ocurrir que los árboles durazneros produzcan de vez en cuando unas cuantas nectarinas a partir del mismo brote mutado.
La primera referencia registrada de las nectarinas se remonta a 1616 en Inglaterra, pero con toda probabilidad habrían sido cultivadas mucho antes en Asia Central.
Momotarō o "el niño melocotón" luchó contra un diablo oni y afrontó muchas aventuras.
El género fue descrito primero por Carlos Linneo como Amygdalus persicus y publicado en Species Plantarum, vol.