El epicarpio forma la epidermis protectora del fruto que, a menudo, contiene glándulas con esencias y pigmentos.
En muchas frutas se llama comúnmente piel, cáscara o concha (en Venezuela).
El epicarpio tiene como componente principal material celulósico pero también contiene otros componentes, tales como aceites esenciales, ceras de parafina, esteroides y triterpenoides, ácidos grasos, pigmentos (carotenoides, flavonoides), principios amargos y enzimas.
Está compuesto por unas cuantas capas de células que se hacen progresivamente más gruesas en la parte interna; la capa epidérmica se cubre con cera y contiene pocos estomas.
En drupas, como la ciruela, el epicarpio es delgado pero no tanto como el de las bayas.