A partir de aquí, la segunda mitad empezaba mostrando los periodos más controvertidos del reinado de María, como por ejemplo el altercado y la posterior reconciliación con su hijo, temas que la propia María encargó pintar a Rubens para la galería.
No obstante, interpretaciones posteriores sugieren que Rubens empleó a Juno como la representación del alter ego de María.
[17] Pese a haber nacido bajo el signo de Tauro, Sagitario es quien aparece en la pintura, debiendo ser visto, probablemente, como guardián del poder imperial.
Esta educación es proporcionada por una gracia divina mediante la presencia de tres dioses: Apolo, Atenea y Hermes.
[23] La pintura refleja asimismo una colaboración barroca entre las relaciones espirituales y terrenales, las cuales son ilustradas en un ambiente teatral.
Esta pintura con dioses clásicos y personificaciones alegóricas muestra al espectador lo fundamental de este ideal.
Con Cupido como escolta, Himeneo, el dios del matrimonio, presenta un lienzo de la princesa María a su futuro esposo.
En las negociaciones del matrimonio entre María y Enrique se produjo el intercambio de varios retratos entre ambos monarcas.
En la parte inferior, Poseidón, tres Nereidas, un dios del mar y un Tritón se alzan sobre el mar tras haber escoltado a la futura reina en su largo viaje en la procura de su llegada sana y salva a Marsella.
Observando la obra de izquierda a derecha, se puede contemplar el paisaje urbano con su característica colina.
Decorado con una gran ornamentación arquitectónica de estilo italiano, el tema se caracteriza por su sobriedad.
Otros cambios incluyen la retirada de Moiras, originalmente posicionada detrás del rey llamándole a su destino, la guerra y la muerte.
[48] Al igual que todas las pinturas alegóricas de Rubens, estas dos figuras fueron escogidas por una razón.
[52] Todos estos elementos se combinan para crear un argumento persuasivo al tiempo que muestran cierto respeto artístico de Rubens hacia Caravaggio como contemporáneo suyo.
El cuadro sugiere al mismo tiempo que María persuadió las políticas e ideales de Enrique hasta su muerte.
[57] Todas estas figuras actúan como alegorías del pacífico gobierno de María sobre Francia.
[63] Ana, de catorce años, se da la vuelta como si se estuviese despidiendo de España al tiempo que gentilmente Francia la sujeta por el brazo izquierdo, mientras que, por su parte, España coge a Isabel también por el brazo izquierdo.
[67] Las bases para apoyar esta idea radican en una afirmación contenida en notas escritas por Rubens las cuales indican que «este tema no sostiene ninguna referencia especial a la particular razón de Estado del reino francés».
El escudo de la segunda remera representa un altar llameante con cuatro esfinges, una serpiente enroscada y un ojo abierto mirando hacia abajo.
Estas características son propias de la Piedad o la Religión, las cuales María querría para su hijo.
[73] Resulta interesante examinar esta obra teniendo en cuenta la tensa relación entre madre e hijo en la vida real.
La reina muestra una pose de dignidad, sugiriendo elegancia en tiempos difíciles, entre una caótica multitud compuesta por doncellas y soldados.
[74] Rubens pintó una escena del evento en un sentido más heroico mostrando la exactitud de los elementos realistas.
La reina aparece representada de manera humilde, si bien la ilustración muestra explícitamente su poder sobre los militares.
El templo se define a sí mismo incluyendo una placa encima de la puerta la cual reza «Securitati Augustae».
[87] María, no obstante, emerge como una madre amorosa preparada para perdonar todo el mal y sufrimiento padecido.
[94] Este cuadro representa, por tanto, cómo el tiempo revela la verdad en consonancia con la relación entre María y su hijo.
Las pinturas de cada galería serían exhibidas como un trabajo integrado, unificando así las cuarenta y ocho escenas.
[99] De los estudios al óleo ejecutados posteriormente por el pintor solo se conservan nueve, junto con cinco lienzos inacabados.
Su ejército victorioso corre caóticamente detrás de él, con caballos relinchando y jinetes cayendo.