Madonna del Rosario (Caravaggio)
Ambas estuvieron colocadas, en principio, en la misma iglesia, pero ésta fue trasladada a Viena por orden de Francisco José I.[1] El cuadro emula a Leonardo Da Vinci y Rafael Sanzio, quienes realizaron sendas versiones de este tema.Como muchas de sus obras, el cuadro fue rechazado en un principio por sus promotores, los dominicos para, posteriormente iniciar un periplo por varios propietarios hasta acabar en manos del emperador José II de Austria.María está sentada con el Niño desnudo de pie en sus rodillas y casi parece dar su asentimiento, con un gesto de la mano, a Santo Domingo, con el hábito blanco y negro, que sostiene rosarios en sus manos, mientras un grupo de fieles, pobres, con pies descalzos y sucios, de rodillas, se vuelven hacia él, para obtener la gracia; a la izquierda, vestido de negro y con gorguera, sujetando el manto del santo y mirando por encima del hombro al espectador, Marco Antonio Colonna, el difunto abuelo del donante.Del otro lado, San Pedro Mártir con una gran cicatriz en la frente (evitando en aras del realismo el atributo del machete clavado en la cabeza) al igual que Caravaggio que, herido en la cabeza unos meses antes en el duelo con Ranuccio Tomassoni, aun debía tener la marca visible, señala al Niño al espectador, el origen de toda gracia; [3] detrás de él otros monjes dominicos, vicarios terrenales de la Virgen, a quienes el lienzo pretende exaltar.