Cáncer de testículo

El cáncer de testículo es un tipo de cáncer que generalmente se origina en el testículo, una parte del sistema reproductor masculino, aunque también se puede manifestar inicialmente en el abdomen o en el tórax (mediastino).

[4]​ Es más común entre los 15 y 40 años, aunque puede afectar a varones de cualquier edad.

No produce síntomas generales que puedan hacer sospechar de un problema médico, como dolor o fiebre.

El varón debe examinar suavemente cada testículo palpando en busca de bultos duros y luego comparar ambos.

Los no seminoma, por el contrario, son células germinales más maduras que se propagan con mayor rapidez.

El escroto no comparte el sistema linfático de los testículos, ya que estos descienden desde el abdomen durante la gestación hasta su posición normal.

Por ello se realiza una orquiectomía inguinal, evitando la alteración del sistema linfático y en lo posible la difusión de células tumorales a otras zonas donde no es sospechoso que en general pudieran aparecer.

[19]​ El tratamiento más adecuado estará en función del tipo de tumor, y su pronóstico.

Aunque sería posible en muchos casos quitar el tumor de un testículo dejándolo funcional, es algo que rara vez se hace por el riesgo de dejar algunas células del tumor, y se realiza la orquiectomía inguinal radical.

El 80 % de los pacientes están curados sólo con la cirugía, y tras ella hay que valorar las posibles opciones de tratamiento en función del riesgo particular basado fundamentalmente en el análisis patológico, los marcadores tumorales y la evidencia radiográfica.

Para ello, tras la extirpación, el testículo es fijado con solución de Bouin[20]​[21]​[22]​ porque así conserva mejor algunos detalles morfológicos como la conformación nuclear.

La cirugía se puede realizar en otras partes del cuerpo donde (en casos raros) haya tumores y esto sea apropiado; puede ser antes o después de la quimioterapia o radioterapia, aunque con posterioridad a dichos tratamientos es una cirugía mucho más complicada y debe ser llevada a cabo por especialistas.

En algunos sitios se ofrece como opción para los seminomas en estadio 1 como terapia preventiva en los casos de mayor riesgo.

Los fármacos antitumorales causan efectos secundarios importantes, tanto agudos (vómitos, náuseas, caída del pelo, cansancio, neutropenia, sepsis, azoospermia), como a largo plazo (ototoxicidad, neuropatía periférica, tumores secundarios, problemas cardiovasculares).

Consiste en hacer un seguimiento, mediante las pruebas y periodicidad apropiadas para el tipo de tumor, para vigilar que no haya recaída, y que el paciente permanezca libre de cáncer.

Para cánceres de estadio 1 que no han tenido ninguna terapia preventiva, la observación durante al menos 3 a 10 años es crucial (análisis de sangre, TAC y radiografías) para evaluar si el cáncer se ha extendido a otras partes del cuerpo (metástasis).