Era un término usado por los críticos de los gobiernos del apartheid, en oposición a la expresión homelands («patrias»), que era la promovida por el discurso oficial para designar el mismo fenómeno.
La discriminación y la segregación racial eran hechos legalmente aceptados en Sudáfrica con anterioridad al gobierno del apartheid.
Inicialmente fue, además, el más efectivo operativamente, y el que ofreció mayores esperanzas como modelo de desarrollo para los demás.
Antes de estar bajo control sudafricano, África del Sudoeste (hoy Namibia) fue una colonia alemana.
Más tarde, ese mismo año, la Corte Internacional de Justicia dictaminó que la ocupación sudafricana era ilegal.
Fue bajo este entorno que Sudáfrica decidió formalmente, en 1968, poner en práctica en África del Sudoeste la serie de políticas ya probadas en su propio territorio.
Esta última transfería los poderes del parlamento local en Namibia al de Sudáfrica y dictaba un sólido marco legal.
El conflicto armado hizo que Sudáfrica modificara su objetivo principal en relación con el territorio de África del Sudoeste: a partir de entonces, lo primordial era evitar un gobierno comunista en Namibia, y lo que ocurría en los bantustanes pasaba a constituirse en un asunto secundario.
Por esta razón, de los diez bantustanes establecidos en África del Sudoeste, los tres que compartían mayor extensión fronteriza con Angola, recibieron una temprana autonomía gubernamental e independencia nominal.
Lesoto y Suazilandia no eran bantustanes, sino anteriores protectorados británicos que fueron declarados países independientes.
Por su localización cerca de la frontera, fue un área estratégica desde donde los enemigos del apartheid lanzaban ataques y buscaban refugio.
Estaba compuesto por 7 territorios separados, esparcidos sobre tres provincias en la región norte del país, con Mmabatho como su capital.
El gobierno hizo grandes esfuerzos para ser reconocido internacionalmente, dedicando enormes recursos a la construcción de obras públicas como hospitales y estadios deportivos.
Estaba integrado por tres territorios separados, en la zona este de Transvaal, en lo que hoy es la provincia Mpumalanga.
Con Siyabuswa como su capital inicial (más tarde cambiada a KwaMhlanga), fue creado en 1979 como patria para el pueblo ndebele (también a veces llamado matabele y el cual no debe ser confundido con los matabeles de Zimbabue —conocidos también como los ndebeles de Mzilikazi).
Inicialmente estaba formado por once territorios separados, que más tarde se reorganizaron en tres.
La lengua más popular de este territorio es el oshiwambo, una mezcla del kwanyama y el ndonga.
En 1979, Sudáfrica les ofreció independencia nominal a cambio de apoyar la lucha armada contra SWAPO; a esto los basters se negaron, decidiendo permanecer neutrales y, en consecuencia, lograron tan solo conservar la autonomía administrativa vigente desde 1976.
La capital de esta jurisdicción fue el pueblo del mismo nombre que el área donde se encuentra: Aminuis.
Este bantustán situado en el extremo más nororiental de África del Sudoeste, se encontraba rodeado por Angola, Zambia, y Botsuana, conectándose al resto del país solamente por la llamada Franja de Caprivi al este.
Una economía pobre se traducía también en crónica precariedad en las prestaciones de servicios públicos como la educación y la salud.
Por estas y muchas otras razones, los bantustanes no eran precisamente populares entre la población urbana negra.
La organización económica emergente del sistema de bantustanes no tuvo en Namibia consecuencias tan claramente negativas como sucedió en Sudáfrica.
Esto tuvo por efecto, por ejemplo, que por primera vez en la historia se canalizara el agua en muchas comunidades.
En marzo de 1992, en la última ocasión en que solo los blancos votaron, un referéndum le concedió facultades al gobierno para avanzar en negociaciones para una nueva constitución con el ANC y otros grupos políticos.
La disolución de las unidades administrativas no redundó en la calma, paz y regocijo que se esperaba.
Los líderes de Ciskei también se negaron a participar en las primeras elecciones multirraciales y amenazaron con boicotear el proceso.
Una de esas circunstancias remanentes fue el gran poder asumido por los jefes tribales a nivel local.
Los bantustanes crearon tal sentimiento de comunidad, que hoy son sus mismos habitantes quienes rechazan a los inmigrantes.
Los desequilibrios sociales y económicos que Namibia heredó al independizarse persisten hoy en día.