El arnés no restringe demasiado el movimiento, pues posee gran cantidad de articulaciones y el peso está repartido de manera que reposa en su mayoría en las caderas y la cintura.
La armadura de placas, por su rigidez, protegía mejor que las armaduras flexibles contra los golpes contundentes, pues la energía cinética del golpe se repartía por toda la placa, en lugar de concentrarse en un punto.
Por eso, armas con picos de cuervo y otras formas similares fueron usadas contra ellas.
Solo los caballeros y señores feudales tenían el dinero suficiente para conseguir una armadura de placas completa.
La panoplia de Dendra protegía todo el torso por ambos lados e incluía protecciones en los hombros y el cuello.
[1] La armadura de placas se usó en Japón durante el período Nara (646-793); Se han encontrado tanto armaduras de placas como lamelares en túmulos funerarios, y se han encontrado haniwa (antiguas figuras de arcilla) que representan a guerreros con armadura completa.
Un traje completo de armadura de placas consistía en un casco, un gorjal o babera, hombreras con sobaqueras para cubrir las axilas como se veía en la armadura francesa,[12][13] codales, rondeles que se utilizaban sobre todo en armaduras góticas, guardabrazo, brazales, cangrejos, manoplas y guanteletes, una coraza (peto y coraza) con escarcelas, escarcelones, guardarrenes, pancera y culera.
La armadura era articulada y cubría todo el cuerpo del hombre, desde el cuello hasta los pies.
[cita requerida] Los líderes europeos en técnicas de blindaje fueron los italianos del norte, especialmente de Milán, y los alemanes del sur, que tenían estilos algo diferentes.
La armadura renacentista de Greenwich fue fabricada por un taller real cercano a Londres que había importado artesanos italianos, flamencos y (sobre todo) alemanes, aunque pronto desarrolló su propio estilo.
Si bien esta armadura era eficaz contra cortes o golpes, sus puntos débiles podían ser explotados por espadas cónicas largas u otras armas diseñadas para tal fin, como las hachas de petos y las alabardas.
Los golpes fuertes en la cabeza podían provocar conmoción cerebral incluso sin penetrar la armadura.