Herido en su orgullo solicitó la baja en la armada y el pase al ejército de tierra.
[5] Enfermo, fue autorizado a convalecer en Barcelona, pero tras el tumulto que desembocó en el asesinato del general Bassa no quiso permanecer en la ciudad y obtuvo comisión especial para pasar a la legión auxiliar francesa y luego a la comandancia de la provincia de Huesca.
Comandante general de la cuarta división del ejército del Norte en febrero de 1837, hizo frente a la Expedición Real que había entrado en Huesca, donde el ejército isabelino sufrió un fuerte descalabro y la muerte de su comandante en jefe, el general Miguel María Iribarren.
En abril de 1838 fue designado segundo cabo de Castilla la Vieja, lo que interpretó como una maniobra del Gobierno para separarle de Espartero, por lo que rechazó el empleo en carta dirigida a la regente, en la que decía no querer el descanso, «ni destinos lucrativos y cómodos, a costa de mi honor», siéndole admitida la dimisión en junio y el pase a cuartel en Madrid.
[11][12] El fusilamiento de 66 prisioneros carlistas cerca de Murviedro, ordenado personalmente por Van Halen, se lo recriminó el general Borso di Carminati, que le presentó su dimisión pues había ofrecido cuartel a los prisioneros al tomarlos en Pedralba.
[16] La firma del acuerdo, sin embargo, fue acogida en Madrid con desagrado y fuertes ataques a Van Halen, a quien se reprochaba haber reconocido oficialmente a Cabrera el título de conde de Morella, con el que firmó el convenio, y los artículos que permitían tratar como prisioneros a quienes previamente se habían pasado desde las filas isabelinas, prohibían el envío de prisioneros a ultramar y preveían la devolución de los prisioneros heridos una vez sanados.
[17] El frustrado intento de tomar el castillo de Segura y su retirada sin apenas combatir dañó aún más su prestigio y el del ejército del Centro a ojos del Gobierno, por lo que presentó su dimisión y fue llamado a cuartel en Madrid, donde pidió se le abriera sumaria para defender su actuación ante el fiscal Evaristo San Miguel.
[19] En Peracamps, vital para asegurar el abastecimiento de Solsona, obtuvo una importante victoria sobre las tropas carlistas, con solo nueve heridos, entre ellos su propio hermano Juan que mandaba la brigada que cubría la marcha.
Despejado el camino a Solsona y consolidada su posición fue posible también destruir las defensas construidas en sus alrededores por los carlistas, aunque en estas operaciones de limpieza, con importantes bajas, él mismo resultó herido de bala en una mano.
En algunas ciudades se formaron juntas para defender al gobierno progresista, pero pasado el peligro, cuando Espartero dispuso su disolución, la de Barcelona se negó a acatar la orden y, aprovechando la ausencia de Van Halen, comenzó el derribo de la Ciudadela atendiendo a una vieja reclamación urbana.
[24] El 15 Van Halen ordenó a sus tropas que destruyeran las barricadas alzadas en puntos estratégicos de la ciudad, encontrando fuerte resistencia.
Los elementos más radicales se hicieron entonces con el control de la junta, interrumpiendo bruscamente las negociaciones.
[27] Los partidos y la prensa de toda España criticaron duramente el bombardeo.
[28] Van Halen fue relevado del cargo y llamado a cuartel en Madrid, quedando sin destino.
[29] El 29 de junio emprendió la marcha sobre Sevilla, entrando primero en Córdoba y Écija.
El 23 llegó Espartero al frente de 4500 infantes y 300 caballos.
Cuando la noticia llegó a Sevilla, el 27, Espartero y Van Halen levantaron el sitio emprendiendo camino hacia Jerez de la Frontera, hacia la que también se dirigía Concha.