Los afroecuatorianos son un grupo étnico compuesto por ecuatorianos de ascendencia negra subsahariana.
Conforman el 4,8% de la población y se concentran principalmente en la Región Costa.
Originalmente se asentó en Esmeraldas, Imbabura, Carchi y Loja; posteriormente, en los años sesenta, producto de la inmigración, su población habita en las provincias del Guayas, Pichincha, El Oro, Los Ríos, Manabí y el oriente ecuatoriano.
Los afroecuatorianos asentados en el valle del Chota y cuenca del río Mira, geográficamente en las provincias de Imbabura y Carchi, cuyo poblamiento está ligado a las haciendas coloniales que concentraron importante población esclavizada.
Se caracterizan por sus apellidos anglosajones y en la actualidad están completamente asimilados en las ciudades.
Al internarse en el continente sometieron a las tribus indígenas, entre las que se encontraban los cayapas quienes llamaban "malaba", malo, diablo o "juyungo" (diablo) a los negros, el principal de los cuales era Alonso de Illescas que había vivido en Sevilla y hablaba castellano.
Según el cronista Miguel Cabello de Balboa, Antón se enfrenta violentamente contra los indios pidi, quienes viendo la superioridad de los africanos, establecieron alianzas y acuerdos para dominar juntos un territorio amenazado ya por los españoles.
La conflictividad inicial entre los Illescas y los Mangache-Arobe se fue superando, más tarde los encontramos estrechamente emparentados —Juan Mangache se casó con una hija de Illescas— como señores principales de varias comunidades y ocupando espacios específicos: los Illescas en Cabo Pasado al sur, y los Arobe en la bahía de San Mateo, al norte.
El proyecto de los caminos tenía como objetivos llegar hacia el sur hasta Cabo Pasado y al norte hasta la isla Gorgona (Colombia), solicitando la colaboración de los cacicazgos negros según correspondiera a los Arobes -al norte- o a los Illescas -al sur-.
Se movilizaron los negros para poblar Tumaco, motivando su huida hacia Coaque y Cabo Pasado, zona bajo el liderazgo de los Illescas.
Si bien los negros continuaron trabajando en la edificación de los caminos, su presencia fue cada vez más esporádica.
La colaboración entre los afroecuatorianos y las autoridades quiteñas para la construcción del camino se había llevado a cabo desde un siglo atrás, cuando se fundaría Ibarra para comunicar a Quito con el mar por una vía más cercana que Guayaquil.
Su lucha contra la opresión que padecía la ha convertido en heroína del pueblo afroecuatoriano.
De esa oleada migratoria muchos africanos con sus apellidos como congo, congolino, matamba, kanga, mairongo, quendambu, cambindo, etc.[4] Por entonces tomó cierta importancia Limones, el cual había sido prácticamente abandonado hacia 1740 y reconvertido en puerto en 1802.
Dos años después fracasó el intento de apertura y esos negros, pudiera decirse que quedaron en libertad.
[13] Durante el siglo XIX tanto mineros como misioneros logran intervenir de manera más directa en Esmeraldas y se fundan haciendas que se dedicaron a la explotación de la tagua e, incipentemente, el cacao.
La Guerra Civil acabó con el concertaje, que no era sino una forma más laxa de esclavitud.
En 1978, por primera vez un Afroecuatoriano llega al Parlamento nacional: se trata de Jaime Hurtado González.
Este elemento del patrimonio cultural inmaterial está profundamente arraigado en las familias, así como en las actividades de la vida diaria.
[15] Los ritmos más comunes y familiares son: Por otro lado están las comunidades negras del Valle del Chota en la sierra norte en la frontera entre las provincias de Imbabura y Carchi en donde se desarrolló el ritmo conocido como Bomba del Chota, usualmente se la toca con tambores junto con instrumentos de origen español o mestizo como son la guitarra, el requinto o el gïiro.
El hombre: utiliza pantalones de tela remangados hasta la rodilla y una camisa colorida o blanca anudada a la altura del ombligo con un sombrero que le protege del sol.
En el Valle del Chota, las mujeres usan grandes faldas plisadas, debajeros, enaguas, blusas pomposas y en ocasiones se ponen una botella en la cabeza.
Los hombres en cambio se ponen una camisa de manga larga con un pantalón negro y bailan descalzos.
Las principales prácticas religiosas son las expresiones católicas tradicionales, en especial las procesiones realizadas en los ríos y el mar.