Las influencias más importantes sobre él fueron Théophile Gautier, Joseph de Maistre, de quien dijo que le había enseñado a pensar— y, en particular, Edgar Allan Poe, a quien tradujo extensamente.
Dos años más tarde es nombrado jefe del Estado Mayor y se traslada con su familia a Lyon; allí permanecerán cuatro años, estudiando Baudelaire en el Collège Royal de Lyon, de cuyo ambiente no guardará buenos recuerdos.
Vuelven a París, donde Baudelaire es internado en el Collège Louis-le-Grand; allí permanecerá durante dos años y medio.
Frecuenta prostíbulos y mantiene relaciones con Sarah, una prostituta judía del Barrio Latino.
Dentro de su obra capital, Las flores del mal, Baudelaire se refiere a Sarah en un poema, probablemente escrito en el momento en que dejó de verla asiduamente, reanudando sus relaciones con su otra amante, Jeanne Duval.
La conducta de Baudelaire, que rechaza entrar en la carrera diplomática, horroriza a su familia.
[5] En literatura, los autores Hoffmann y Edgar Allan Poe, del que realizó numerosas traducciones (todavía canónicas en francés), alcanzaban, también según el criterio de Baudelaire, esta síntesis vanguardista; la misma que persiguió él asimismo en La Fanfarlo (1847), su única novela, y en sus distintos esbozos de obras teatrales.
En esta nueva versión aparecieron, además, unos treinta y cinco textos inéditos.
En esta época también vieron la luz Los paraísos artificiales (1858-1860), en los cuales se percibe una notable influencia del inglés De Quincey; el estudio Richard Wagner et Tannhäuser à Paris, aparecido en la Revue européenne en 1861; y El pintor de la vida moderna, un artículo sobre Constantin Guys, publicado por Le Figaro en 1863.
Solo consigue dar tres conferencias sobre Delacroix, Gautier y Los paraísos artificiales, con escasa asistencia de público.
Trasladado urgentemente por su madre a una clínica de París, permaneció sin habla, pero lúcido, hasta su fallecimiento, en agosto del año siguiente.
[5] Tras su muerte, Charles Baudelaire sería considerado el padre, o gran profeta, de la poesía moderna.
Los críticos coinciden al señalar que formalmente abrió el camino de la poesía moderna.
Además, estableció para la poesía una estructura basada en las antedichas Correspondencias o trasvases perceptivos entre los distintos sentidos, idea ésta que desarrolla en el poema de ese título con el que se abre Las flores del mal.
[8] Por su parte, Rafael Reig considera en su Manual de Literatura para Caníbales que los escritores modernistas de lengua española, y muy especialmente Rubén Darío, adoptaron plenamente la visión del poeta que Baudelaire planteaba en su famoso poema titulado El albatros, lo que aprovecha para ironizar sobre algunos planteamientos de este movimiento:
"[10] Eliot afirmaba que la poesía relevante escrita en inglés durante los veinte años anteriores había sido influida por Baudelaire.
También el Surrealismo debe su proyección a su influencia, si bien nunca se manifestó por parte de los poetas identificados con este movimiento una admiración desmedida por Baudelaire, y en algunos casos han expresado un tenue rechazo, la influencia del poeta parisino es indiscutible, como reconoce André Breton en una de sus correspondencias: "Con Le Spleen de París y sus Oneirocrities se inauguró el Surrealismo para luego, décadas después, despertar nuevamente".
A lo largo de su vida, Baudelaire realizó numerosas pronunciaciones que fueron escandalosas e intencionadamente provocativas en su tiempo.
Una monarquía o una república, basadas en la democracia, son igualmente absurdas y débiles.
El resto de la humanidad puede ser tasada y usada como burro de carga, nacieron para lo estable, es decir, para practicar aquello que ellos llaman ''profesiones''.»«Hay un invencible gusto por la prostitución en el corazón del hombre, del cual procede su miedo a la soledad.
En ella, Baudelaire expone la teoría de las correspondencias y, sobre todo, la concepción del poeta moderno como un ser maldito, rechazado por la sociedad burguesa, a cuyos valores se opone.
Con Las flores del mal, Baudelaire dio fin al ciclo del Romanticismo para abrir paso a la Modernidad, no solo por la temática de su obra, sino por el replanteamiento estético que en ella se hace y que consiste en el descubrimiento de la belleza en lo "no bello".