Al mismo tiempo es una poesía que evita constantemente el surrealismo y busca la contemporaneidad y la racionalidad a toda costa a través de un lenguaje coloquial, si bien desnudo de toda referencia innecesaria.
Verdadero exponente de lo que se suele denominar una doble vida, Biedma desarrolla actividades empresariales (su padre lo introdujo en el negocio tabaquero familiar) y al mismo tiempo coquetea intelectualmente con el marxismo y su vida interior queda por completo marcada por la homosexualidad, circunstancia que, en el seno de su profundo pesimismo, lo va a llevar a vivir al límite toda una serie de experiencias íntimas autodestructivas.
Si bien hasta entonces había sido un gran lector de poesía francesa, en particular de Charles Baudelaire, en 1953 se trasladó a vivir a Oxford para mejorar su inglés y poder presentarse a las oposiciones como diplomático, pero en Oxford se topó con la poesía anglosajona del momento, hecho que ejercería la influencia más determinante en su obra posterior.
En la Compañía de Tabacos llegó a ser secretario general y Manila se convirtió en su segunda ciudad.
En 1974, Biedma padeció una crisis que le lleva a dejar la vida literaria y se recluye en un férreo nihilismo.
Ese mismo año, en 1974, se publicó Diario de un artista seriamente enfermo, unas memorias; y un año más tarde, en 1975, Las personas del verbo, su obra poética completa, con estas obras su fama comenzó a despegar.
Murió al lado de su pareja, el actor Josep Madern; sus amigos y hermanas estuvieron cuidándole hasta sus últimos días.
Una de las facetas menos estudiadas del poeta es la conversación, él siempre defendió que debía realizarse con una finalidad estética.
La lectura de su correspondencia muestra su desarrollo literario y su visión del mundo.
Son cartas dirigidas en la mayoría de los casos a sus amigos poetas, como Carlos Barral, Joan Ferraté, Gabriel Ferrater, Ángel González, Gustavo Durán, Jaime Salinas, Juan Gil Albert, Luis Cernuda y a otros.