Ésaco, hermanastro del futuro príncipe, poseía el don de interpretar los sueños y aconsejó que, a su nacimiento, abandonaran al recién parido.
Agelao, en último momento, se apiadó del recién parido y decidió criarlo como si fuera su hijo.
[2][3] Su primera historia de amor la vivió con la ninfa Enone, hija del dios-río Cebrén.
Fue así como ninguna deidad se atrevió a elegir entre Hera, Atenea o Afrodita.
Con tal de acabar con el problema, Zeus decidió que la respuesta la diera Paris.
Finalmente, el joven eligió a Afrodita, que además se convirtió en su protectora, y las otras dos deidades juraron venganza.
En una ocasión, los servidores del rey se llevaron a su toro favorito para emplearlo como premio en los susodichos juegos.
[8] Después de estar en casa de Cástor y Pólux, Paris llegó a Esparta, donde reinaba Menelao y su esposa Helena, la mujer más preciosa del mundo que le había prometido antaño Afrodita.
Paris resultó herido, y habría muerto de no haberlo llevado Afrodita a las murallas.
[14][15] Paris había tenido un hijo llamado Córito con Enone, y ésta, celosa de Helena, lo envió para que guiara hasta Troya a los griegos vengadores.
[16] Helena le dio a Paris cuatro hijos: Bunico, Córito, Ágano e Ideo.
Autores como Cranach, Giordano, Rubens, Agostino Carracci, Watteau o Boucher han representado dicha escena mitológica.