Vladímir fue el cuarto hijo de doce que tuvieron sus padres (solo sobrevivirían ocho).
En 1864 se inscribe en el Quinto Gymnasium Humanista de Moscú, donde realiza sus primeros estudios.
Durante unos años, entre los 13 y los 18, pasa por una profunda crisis religiosa, que lo acerca a una cierta especie de ateísmo nihilista.
En 1875, Soloviov emprende un viaje de estudios que lo llevará, pasando por Varsovia y Berlín, hasta Londres y, de aquí, a El Cairo; después, ya en 1876, irá a Sorrento (Italia), donde escribirá el diálogo esotérico Sophía.
De hecho, su marcha a Egipto tuvo que ver con este acontecimiento.
Entre sus oyentes se encontraban muchos de los representantes más importantes del mundo cultural ruso, como Fiódor Dostoievski (quien quedó encantado y con el cual iniciará desde entonces una buena amistad) o Lev Tolstói (que las rechazó con disgusto y con el cual se establecería una relación de hostilidad mutua que duraría hasta la muerte de Soloviov).
Aun así, es evidente que algunos de estos temas, muy purificados, permanecerán por siempre integrados en su pensamiento.
Vale la pena mencionar algunos detalles adicionales: El 1 de marzo de 1881, el Zar Alejandro II fue asesinado por un grupo revolucionario; el día 28, en una lección pública, Soloviov pide a su sucesor, Alejandro III, que no se aplique la pena de muerte a los asesinos; al no recibir ninguna respuesta, Soloviov opta por presentar su dimisión y abandona la educación universitaria.
En cualquier caso, y hasta su muerte, este «accidente» hizo que la situación económica de Soloviov fuera muy precaria.
En la actitud negativa de la Rusia zarista con respecto al judaísmo y con respecto a la autonomía polaca (y su catolicismo), Soloviov verá el principal «pecado» que impide a Rusia realizar su «idea», que no puede ser otra que la de dar al catolicismo un cuerpo secular, pero profundamente fiel al cristianismo, para realizar sin parcialidades ni coacciones una aproximación mundana del Reino de Dios (la «Libre Teocracia»).
También en esta época conoce algunos personajes que tendrán un peso específico en los siguientes años: profundiza su reciente amistad con el poeta Afanasi Fet (1820-1892) y establece una fecunda relación con el obispo católico croata Josip Strossmayer (a partir de 1885).
Este prelado, entusiasmado con los proyectos de Soloviov, llegará a hacerlos conocer al papa León XIII que, al parecer, respondió con realismo: «bella idea, ma fuor d’un miracolo è cosa impossibile».
En el año 1896 profesó solemnemente el Credo Tridentino (enviando el 16 de febrero su profesión de fe «católico-ortodoxa» al papa León XIII)[1] y recibió la comunión de las manos del sacerdote griego-católico N. Tolstói, pero sin considerarse a sí un converso, sino también un fiel a la fe ortodoxa.
La realidad de las escisiones mundanas, trágicamente visible aún y sobre todo en la división de las Iglesias, que no parece tener una solución inmediata, impulsa a Soloviov a centrarse principalmente en las realizaciones parciales y particulares de la unidad divino-humana que, a su parecer, tienen lugar en el amor y en el arte (teúrgicamente concebidos).
En Occidente, en la Iglesia católica, tuvo influencia en pensadores tradicionalistas como Osvaldo Lira o Leonardo Castellani.
De esta manera, el propio ideal se presenta exclusivamente en el futuro, pero en el presente, el hombre trata solo con aquello que contradice a ese ideal; y toda su actividad gira del ideal no existente a la destrucción del orden existente, y como este último es sostenido por la gente y la sociedad, toda esta obra se convierte en violencia contra la gente y la sociedad entera.
[Tres discursos sobre Dostoievsky] "La fuerza del espíritu que se manifiesta en el hombre se encuentra en relación directa con la fuerza de las bajas pasiones del alma que logran vencerse en uno mismo."
Su vida y su enseñanza religiosa] "Cada extravío, al menos cada extravío del que valga la pena hablar, contiene en sí mismo una verdad indudable y tiene solo una desfiguración de esta verdad de mayor o menor profundidad.